Editorial

USP un año más de agonía

De acuerdo con una senda disposición emitida por SUNEDU en diciembre del año 2021,  el 9 de marzo del 2025 la universidad privada San Pedro  ya debería tener todo listo para cerrar sus puertas definitivamente. Legal, administrativa, financiera y  académicamente la universidad no da para más.  Pese a los plazos otorgados por SUNEDU a las autoridades universitarias para que corrijan estas falencias, nada se ha hecho para subsanar la situación. El cierre de la universidad San Pedro ya no lo para nadie y es el punto final de una historia plagada de escándalos que nadie en Chimbote desea que se prolongue un día más y menos que vuelva repetirse.

Sin embargo, a través de otra resolución recién publicada, la propia SUNEDU ha dispuesto ampliar dicho plazo por un año más, hasta el 9 de marzo de 2026, según se ha dicho para que la universidad cumpla todos los procedimientos para cerrar sus puertas en forma definitiva.

El mismo documento deja en claro que en este nuevo plazo, la universidad San Pedro no podrá realizar ningún concurso de admisión ni tampoco podrá suscribir convenios con otras universidades del país. Sus días siguen estando contados y este desenlace irreversible no es  no tiene porque poner contento a nadie. Por el contrario, para Chimbote es motivo del más  hondo pesar, una historia esperamos sirva de una buena lección.

Después de todo lo sucedido en los últimos años  y cuando la universidad se encontró solas frente el mundo, la instancia que ha permanecido aliada a las actuales autoridades universitarias es la asamblea universitaria, una actitud que es exactamente la misma a la que ha asumido con todas las gestiones anteriores, incluyendo la actual.  La ciudadanía no se explica cómo es que la asamblea universitaria, un cuerpo corporativo llamado a representar la materia gris y la ponderación, haya sucumbido a sus propios principios e intente seguir navegando contra la corriente. De hecho esta actitud deja trascender que, cuando el barco se hunde, valen más los intereses personales o de grupo y no precisamente los interés de la institución. De no haber sido así, otro sería en este momento el destino de la universidad San Pedro.

La situación  de ilegalidad y desafío en la que encuentra el seudo rector Javier Ulloa Siccha, lo único que hace empeorar las cosas. Sin el respaldo de poseer una personería jurídica y solo con el apoyo incondicional de la asamblea universitaria, la institucionalidad de la universidad San Pedro prácticamente ya dejó de existir.  En todo caso, ha prolongado su agonía un año más.