Editorial

Elefantes Blancos

La inversión hospitalaria en nuestra región, ejecutada por el gobierno central a través de la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN) y el Ministerio de Salud (Minsa) bajo la modalidad de obras por impuestos, asciende a la considerable suma de 2,679 millones 550 mil 411 soles. Este monto excluye los hospitales de mayor renombre como el Víctor Ramos Guardia, el Especializado de Essalud y La Caleta. Sin embargo, esta ambiciosa iniciativa plantea interrogantes sobre su viabilidad y sostenibilidad.

Los proyectos son nueve infraestructuras hospitalarias, cada una con inversiones que oscilan entre 300 y 500 millones de soles. No obstante, según expertos médicos con experiencia en hospitales locales, estas imponentes construcciones podrían terminar convirtiéndose en “elefantes blancos”. La razón principal radica en la complejidad de la gestión hospitalaria moderna, que requiere no solo de infraestructuras adecuadas, sino también de personal altamente capacitado, incluyendo especialistas, técnicos y enfermeras con especializaciones. Sin este recurso humano, estos hospitales quedarían reducidos a simples postas médicas, desaprovechando su potencial.

Los hospitales de Yungay (ya operativo), Caraz, Recuay, Huari, Pomabamba, Casma y Huarmey están programados para inaugurarse  en este año 2025. Estos establecimientos están diseñados para contar con tecnología de última generación y deben estar equipados con especialistas para garantizar una atención integral. Sin embargo, el reto reside en asignar un presupuesto adecuado que permita la contratación y mantenimiento de este personal. El caso del hospital de Yungay ilustra este punto: el Minsa asignó 14 millones de soles para su operatividad, lo que sugiere que los demás hospitales también dependerán directamente del ministerio, dado que el gobierno regional no podrá sostener estas inversiones por sí solo.

Además, surgen preguntas sobre la viabilidad inicial de estos proyectos: ¿Cómo se logró la aprobación de estas inversiones sin garantizar previamente su sostenibilidad? ¿Se consideraron adecuadamente las necesidades de personal y los costos operativos? Estas interrogantes subrayan la importancia de una planificación más rigurosa y alineada con las capacidades reales del sistema de salud.

Uno de los médicos consultado resumió el problema al afirmar que la prioridad debió ser el fortalecimiento de la atención primaria. Este enfoque no solo habría reducido la presión sobre los hospitales, sino que también habría mejorado la cobertura y calidad de los servicios en las comunidades. Sin un cambio estructural en la administración de la salud, manejar estas nuevas infraestructuras será extremadamente desafiante.

La necesidad de infraestructura hospitalaria es indiscutible, pero también lo es garantizar su operatividad. Para evitar que estas inversiones se conviertan en “elefantes blancos”, es fundamental:

Planificación operativa temprana: Diseñar planes detallados para el reclutamiento de especialistas, capacitación de personal y asignación presupuestaria.

Revisión de viabilidad: Evaluar los proyectos con base en las necesidades actuales y ajustar los planes según sea necesario.

Fortalecimiento de la atención primaria: Priorizar postas y centros de salud para descongestionar los hospitales.

Alianzas estratégicas: Colaborar con universidades, organizaciones internacionales y otros sectores para garantizar la formación y retención de personal.

Monitoreo continuo: Implementar sistemas de evaluación para medir el desempeño y sostenibilidad de los hospitales.

El futuro de la salud en nuestra región dependerá de cómo se gestionen estos retos. La infraestructura por sí sola no basta; es esencial que venga acompañada de una estrategia integral que garantice su funcionalidad y beneficie a la población.