Editorial

Un avance inaceptable: la lenta construcción del Hospital El Progreso

Las obras del Hospital El Progreso comenzaron en julio de 2021, y hoy, en febrero de 2025, el Ministerio de Salud (MINSA) ha informado que el avance físico es de apenas un 37.45%. Han transcurrido más de tres años y los trabajos del futuro hospital sigue a paso de tortuga. Esta realidad es lamentable y representa una burla para la población que espera con urgencia una infraestructura de salud adecuada.

Desde el inicio, la obra ha estado plagada de irregularidades y errores de gestión. El expediente técnico original no contempló los aisladores sísmicos, un elemento fundamental en una zona sísmica. Luego, el primer contratista presentó problemas, lo que llevó a una segunda licitación. Sin embargo, en este nuevo proceso surgieron más irregularidades: el contratista seleccionado no cumplía con las garantías exigidas por la normativa de contrataciones del Estado.

Lejos de corregir el rumbo, el Programa Nacional de Inversiones en Salud (PRONIS), órgano ejecutor del MINSA, permitió la continuidad de este contratista, pese a que presentó como garantía una línea de crédito de una cooperativa sin respaldo de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS). Con esta empresa al frente de las obras, los problemas no cesaron: resoluciones de contrato, arbitrajes y acuerdos, mientras la construcción avanzaba a un ritmo desesperantemente lento.

En diciembre de 2024, nuestro Diario informó que, según el aplicativo Info Obras del MINSA, el avance físico era de apenas un 28.55%. Un día después, advertimos que esta obra debía ser intervenida de inmediato, pues el avance  seguía siendo mínimo. Hoy, con solo un 37.45% de avance tras todo un año más de trabajo, la situación es aún más preocupante.

El futuro es incierto. No sabemos si para noviembre o diciembre de 2025 se alcanzará un 70% u 80% de avance, lo cual sería lo mínimo esperable. Sin embargo, con los antecedentes de esta obra, cualquier escenario es posible. Dudamos profundamente que la ejecución se acelere de manera significativa. Mientras tanto, la población sigue siendo una simple espectadora de la ineficiencia estatal.

Y aún falta más. Una vez concluida la infraestructura, vendrá la fase de acabados e implementación, lo que, al ritmo actual, podría tardar un año adicional. Esto significa que la entrega final del hospital sigue siendo un horizonte  lejano e incierto.

Es hora de que PRONIS asuma su responsabilidad y que las autoridades competentes exijan medidas drásticas para corregir esta lamentable situación. Además, después de esta experiencia, es imperativo que PRONIS no vuelva a intervenir en ninguna obra de salud en nuestra provincia. Su gestión ha sido deficiente desde el inicio, y ya hemos pagado un alto costo por ello. La salud de la población no puede seguir siendo víctima de la ineficiencia y la mala planificación.