La primera vez que lo vi fue en la navidad de 1985. Wilfredo Peláez Gularte nos había reunido a sus hijos para contarnos con más detalle el proyecto que tenía y estaba desarrollando. Ese día llegaron a la casa dos personas que no conocía y que posteriormente se convirtieron en partes fundamentales de ese proyecto. Me refiero a Eduardo Pérez Ruiz y Carlos Carpio La Rosa.
Carpio llegó con un folder y con una cartulina que posteriormente supe que se llamaba machote y contenía dibujos simétricos de las páginas de lo que iba a ser el futuro Diario de Chimbote. Con el entusiasmo de Peláez Gularte y lógicamente de Pérez Ruiz, se desarrolló aquella reunión, que en algún momento la he citado y que sin duda fue uno de los puntos de partida de esta realidad que se llama Diario de Chimbote.
Por esas cuestiones que tienen la vida, el trato con Carpio no fue muy cercano, estoy hablando en primera persona, pero tuve acercamiento con él y mucho más del 2021 en adelante y donde pude comprobar esa enorme versatilidad, pues forma parte de aquellos personajes periodistas con más de 70 años, pero que él supo adecuarse a los momentos actuales y manejaba la computadora.
Acompañamos con esta fotografía que data más o menos de 1992, con los tres personajes que he citado, Peláez, Perez Ruiz y Carlos Carpio. Con el material para que el montajista pegoteara, pues así era antes. Hoy en día diríamos la prehistoria, con la tecnología existente. Eran esos tres personajes y allí estaba Carpio, que también hacia ese trabajo a esas alturas estaba habituado con tantas publicaciones que recurrían a él.
Poco a poco fui conociendo detalles sobre esa trayectoria en el periodismo, por ejemplo, él forma parte de ese primer grupo de corresponsales escolares que el Diario La Prensa, cuyo corresponsal era en nuestra ciudad Wilfredo Peláez Gularte, convocaba en sus oficinas en el jirón Bolognesi. Quizás, podemos referirnos a la primera parte de la década del 60 cuando él aparece en aquella oficina, y desde aquella época, Peláez Gularte lo tuvo en su radar. Lo conoció y fue siguiendo toda su trayectoria.
En los últimos cuatro años, comprobé esa memoria enorme para poder describir lo que había pasado en Chimbote en las últimas cinco décadas y eso le permitió tener una lucidez para describir a los personajes públicos, privados y entender nuestra realidad.
Es cierto, trabajó hasta que se jubiló para el Estado, pero adentro tenía lo que nunca dejó de ser, periodista.
En algún momento hizo algunas publicaciones, pero tengo la plena seguridad que esa capacidad de análisis que siempre mostró van a quedar como su mejor propuesta, sobre todo teniendo en cuenta la ciudad, que es lo que a él le interesaba.
Hoy nos ha dejado, pero siempre lo vamos a recordar, como aquella persona que nos describía todo y que tenía en su memoria, quizás cinco o seis décadas de nuestra historia. Para nosotros, que lo hemos tenido en los últimos 4 años y sobre todo en las reuniones del aniversario del Diario de Chimbote, nos sigue costando entender su partida, sobre todo de la forma como ha sucedido. (WPO)