Por: Fernando Zambrano Ortiz
Analista Político
A medida que se acercan las elecciones de 2026, las proyecciones de voto muestran un escenario que refleja tanto la polarización persistente del electorado como los intentos de renovación política. Según las tendencias actuales, los dos partidos con mayor probabilidad de llegar a la segunda vuelta son Fuerza Popular, con Keiko Fujimori como su candidata, y Nuevo Perú, encabezado por Verónika Mendoza.
Este pronóstico se basa en el comportamiento del electorado en las últimas elecciones y las proyecciones de intención de voto que sitúan a ambos en posiciones destacadas, representando a los sectores de derecha y centro-derecha, por un lado, y de izquierda y centro-izquierda, por otro. Si bien las circunstancias pueden cambiar conforme avance la campaña, lo cierto es que la polarización ideológica parece más fuerte que nunca.
La historia reciente de las elecciones peruanas ha demostrado un patrón claro de polarización entre las opciones de cambio y continuidad. En 2011, Ollanta Humala representó a la izquierda en un enfrentamiento contra Keiko Fujimori, quien lideraba una opción más conservadora, aunque con propuestas de reformas. La lucha entre el conservadurismo y el cambio radical siguió presente en 2016, cuando Keiko ganó la primera vuelta pero perdió ante Pedro Pablo Kuczynski, un candidato de centro-derecha. Sin embargo, las elecciones de 2021 trajeron consigo un giro dramático cuando Pedro Castillo, con su partido de izquierda radical, venció a Keiko en una de las contiendas más polarizadas que el país haya visto en décadas.
Ante este panorama, las figuras actuales de Keiko Fujimori y Verónika Mendoza se presentan como los polos principales. Keiko Fujimori sigue siendo una de las figuras más fuertes de la política peruana. A pesar de la polarización que su figura genera, mantiene un apoyo sólido, particularmente en sectores conservadores y urbanos. A lo largo de los años, ha construido una estructura partidaria organizada a través de Fuerza Popular, lo que le ha permitido mantenerse en la palestra, especialmente en las regiones más rurales del país.
Por otro lado, Verónika Mendoza representa una opción de izquierda progresista que apela a los votantes urbanos y jóvenes que buscan alternativas a los partidos tradicionales. A diferencia de otros candidatos de izquierda más polarizantes, Mendoza ha logrado construir una base de apoyo sólida en sectores que priorizan los derechos sociales, la justicia económica y la equidad de género, sin caer en posiciones radicales. A pesar de que su intención de voto sigue siendo más baja en comparación con Fujimori, su potencial de crecimiento, sobre todo en los sectores más jóvenes y urbanos, no puede ser subestimado.
La falta de participación de figuras como Martín Vizcarra, Antauro Humala y Pedro Castillo también tiene su peso. Aunque la inhabilitación de Vizcarra y la exclusión de Humala dejan vacíos importantes en los espectros de centro-izquierda y nacionalista, Castillo sigue siendo una figura que podría influir en el electorado, aunque el daño político tras su vacancia parece haber debilitado su influencia. Esto deja a Mendoza como la figura más consolidada en la izquierda progresistas, mientras que la derecha se encuentra fragmentada entre Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y otros posibles candidatos.
En términos de escenarios de segunda vuelta, uno de los más probables sería un enfrentamiento entre Keiko Fujimori y Verónika Mendoza. Cada una representa polos opuestos dentro del espectro político. Fujimori apelaría al voto conservador y a aquellos que temen una agenda de izquierda más radical, mientras que Mendoza buscaría consolidar su base progresista y atraer a los votantes moderados que anhelan una renovación política sin caer en los extremos. Si bien Fujimori tiene la ventaja de una estructura partidaria consolidada, Mendoza podría sorprender si logra movilizar un voto joven y urbano.
Un factor clave que podría influir en el resultado de esta contienda es la capacidad de cada candidata para ampliar sus bases más allá de sus núcleos duros. En un país tan polarizado, las alianzas estratégicas y la habilidad para atraer a sectores moderados serán esenciales.
Si bien las proyecciones actuales dan a Keiko Fujimori como la favorita en una segunda vuelta, debido a su capacidad para consolidar el voto anti-izquierda y su experiencia política, el 44% de votos no definidos mantiene abierta la posibilidad de cambios significativos. A medida que avance la campaña y se clarifiquen las propuestas de los diferentes candidatos, es probable que surjan nuevas dinámicas que alteren las tendencias actuales.
En un panorama de segunda vuelta entre López Aliaga, con su fuerte discurso conservador y polarizador, y Verónika Mendoza, quien representa la izquierda moderada, que reflejaría una clara dicotomía entre los sectores más conservadores y los progresistas, Mendoza podría tener una ligera ventaja debido a su base en las zonas urbanas y su discurso más moderado. Sin embargo, dependería mucho de su capacidad para consolidar un voto amplio y superar la polarización que podría generar López Aliaga.
El panorama electoral de 2026 estará marcado, sin duda, por una polarización que refleja la profunda división ideológica de la sociedad peruana. Si bien hoy parece que los dos candidatos con mayor posibilidad de llegar a la segunda vuelta son Keiko Fujimori y Verónika Mendoza, la evolución de las campañas y los posibles movimientos estratégicos de los demás contendientes podrían alterar este pronóstico. En cuanto a los nuevos partidos que llenarán la boleta electoral, las probabilidades de que desaparezcan del espectro político después del 2026 son bastante altas.
Todo indica que en 2026 podríamos estar ante el enfrentamiento de dos mundos en conflicto a nivel global: el progresismo “caviar”, denominado “woke” por el gobierno de Estados Unidos, y la centro-derecha o derecha.