Responsabilidades políticas. En el caso del suero de la muerte, son evidentes y cada día que pase, el asunto seguirá hinchándose porque no solo se trata de vidas humanas que se perdieron y que, por ejemplo, en el caso de Trujillo ocurrieron el 28 de febrero y 11 de marzo, es decir, si no explotaba la muerte de la niña, casi dos semanas después, el suero seguiría haciendo daño.
Aquí lo que está de por medio y se está insistiendo en las últimas 48 horas es respecto a los controles por parte del Estado para los productos que se elaboran en los laboratorios farmacéuticos. A la luz de los hechos que se van conociendo día a día, estos controles del Estado son débiles, frágiles y lógicamente poco fiables y, además, tenemos todo el derecho de dudar por todo lo que pueda pasar más adelante, ya que las denuncias las tienen que realizar el Ministerio Público, es decir, una entidad totalmente cuestionada y que hoy en día tiene poca fiabilidad. Tenemos todo el derecho de dudar.
Con ese panorama será muy difícil conocer que es lo que ha sucedido porque todo empieza en Medifarma, en su proceso productivo y que lamentablemente ha conllevado a la elaboración de un lote de más de 20 mil sueros que no tenían las concentraciones ideales, es decir, estaban fallidos.
Con todas estas dudas, será muy complicado conocer la verdad porque ahora si los intereses son enormes cuando están de por medio los laboratorios farmacéuticos, por estas razones, en los siguientes días; mientras no exista una investigación seria, las versiones van a abundar porque definitivamente el Estado que tenemos es débil, paquidérmico y con controles que no otorgan ningún tipo de confianza y porque no detectaron a tiempo el producto fallido y que ha originado la muerte de cuatro personas.