Por: Víctor Andrés Ponce (*)
Es evidente que la sentencia por 15 años en contra de Ollanta Humala revela con claridad que en el Perú no existe impunidad y que todos pueden ser procesados y sentenciados cuando lo ameriten. El hecho de que tres jefes de Estado permanezcan en el penal Barbadillo por procesos y sentencias revela con claridad que nadie tiene privilegios, más aún considerando que existe la posibilidad de que el expresidente Vizcarra se sume a los jefes de Estado actualmente recluidos. Una noticia e imagen que revela que el sistema político y judicial mantiene niveles de imparcialidad.
Por otro lado, si consideramos los cuestionamientos que se han levantado en contra de la sentencia a Humala, sobre todo vinculados a la falta de tipicidad, surge un legítimo temor acerca de que la sentencia forme parte de la tendencia a la judicialización de la política que afecta a diversos movimientos y liderazgos de centro derecha. Si continuamos con la judicialización de la política y la politización de la justicia, entonces el sistema republicano ha ingresado a un callejón sin salida en el que la sentencia en contra de Humala solo representa un capítulo más del libreto que acabará con la democracia.
El asilo de la ex primera dama Nadie Heredia, en Brasil, asimismo ha desvelado el doble rasero y las vilezas y miserias del progresismo nacional, que desarrolló una impresionante movilización para bloquear la solicitud de asilo del expresidente Alan García. En ese momento, el progresismo y algunos sectores que arbitrariamente se reclaman como liberales, empujaron a la política nacional al último escalón de la escalera que nos lleva a las profundidades más oscuras. Con el bloqueo al asilo de García se perdieron todas las formas y protocolos que se deben guardar en cualquier comunidad política. Ese día se violó uno de los derechos humanos fundamentales que se deben preservar en la actividad de los políticos latinoamericanos y que estaba claramente consagrado en la Convención sobre Asilo Diplomático de Caracas firmado en 1954.
Felizmente existe un video para la historia nacional de la infamia que debe ser guardado para las futuras generaciones, para dejar en claro que las vilezas y los intentos de acabar con los adversarios solo llevan a debilitar los Estados de derecho y los sistemas republicanos. En ese sentido, los sectores que combaten al progresismo que persigue a los adversarios no deberían repetir esas miserias que representaron la estocada final de las formas y entendimientos políticos que se organizaron cuando se recuperó la institucionalidad a inicios del nuevo milenio.
El sistema republicano peruano asemeja a un edificio que todavía se mantiene en pie, que todavía tiene sus columnas en buen estado, pero con las puertas destrozadas, con las ventanas desvencijadas y las paredes desportilladas. El edificio no se cae, pero está en mal estado, en una terrible situación.
En ese sentido, se debe reflexionar sobre la sentencia al expresidente Ollanta Humala con ese tipo de mirada. No debemos olvidar que las formas en la política nacional empezaron a deteriorarse con Humala, pero tenemos la responsabilidad de mirar hacia adelante, de evaluar los fallos judiciales sin pasiones y, sobre todo, apuntando al mañana y la reconstrucción del sistema político.
(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)