Editorial

La tos ferina nos da una advertencia: prevenir es salvar vidas

La reciente confirmación de cuatro casos de tos ferina en nuestra ciudad, debe encender las alertas de toda la ciudadanía y del sistema de salud. Aunque todos los pacientes – incluidos bebés y un niño pequeño – ya fueron dados de alta, la aparición de nuevos casos, junto con dos más en investigación, es una clara señal de que esta enfermedad infecciosa y altamente contagiosa no ha desaparecido.

La tos ferina, también conocida como coqueluche, afecta principalmente al sistema respiratorio y puede ser especialmente peligrosa en lactantes, niños pequeños y personas no vacunadas. Sus primeros síntomas pueden parecer inofensivos, similares a los de un resfriado común, pero pronto evolucionan hacia una tos intensa, persistente y agotadora, que puede provocar vómitos, asfixia e incluso coloración azulada en labios y uñas. Esta sintomatología severa puede desencadenar complicaciones graves e incluso causar la muerte, sobre todo si no se detecta y trata a tiempo.

Lo más preocupante es que una sola persona infectada puede contagiar a entre 12 y 17 personas más, según la información que proporciona la Dirección Regional de Salud. Este alto nivel de transmisibilidad convierte a la tos ferina en una amenaza seria para la salud pública, especialmente en comunidades donde las tasas de vacunación han disminuido.

Y ahí está el punto clave: la prevención es posible y está al alcance de todos. Contamos con vacunas eficaces, seguras y gratuitas que forman parte del esquema nacional de inmunización. Estas se administran a los 2, 4 y 6 meses de edad, con refuerzos a los 18 meses y 4 años. Además, las gestantes deben recibir una dosis durante el embarazo para proteger a sus bebés desde el nacimiento.

La Dirección Regional de Salud de Áncash ha asegurado que los centros de salud cuentan con suficientes dosis. Sin embargo, la disponibilidad no garantiza el acceso si no hay conciencia. Por eso, se requiere una campaña sostenida de educación, vigilancia epidemiológica y compromiso ciudadano.

La experiencia nos demuestra que la mejor herramienta contra enfermedades transmisibles no es el tratamiento, sino la prevención. No podemos permitirnos retrocesos en salud pública por desinformación o descuido. Es fundamental que los padres, cuidadores y toda la comunidad estén atentos a los síntomas y acudan de inmediato a los centros de salud.

Cada vacuna aplicada es una barrera contra el contagio. Cada caso detectado a tiempo es una vida que se puede salvar. La tos ferina no debe ganarnos terreno. Prevenirla es una responsabilidad compartida que no podemos ignorar.