La reciente reunión entre los alcaldes de Coishco y de diversos centros poblados y representantes de Sedachimbote marca un punto de inflexión en la lucha por garantizar el acceso digno al agua potable y al alcantarillado en nuestra región. Ellos han solicitado que se integren a la EPS.
Que se inicien los estudios técnicos y sociales para la posible incorporación de estos distritos a la EPS local es una señal alentadora, pero también es una exigencia urgente porque no se puede seguir tal como están en las actuales circunstancias.
Durante años, el servicio de saneamiento en distritos como Coishco y los centros poblados ha estado en manos de las municipalidades o de Juntas Administradoras de Servicios (JAS), mecanismos bien intencionados pero, en muchos casos, limitados técnica y financieramente. Esta situación ha generado serias deficiencias en la infraestructura, la gestión y, lo que es más grave, en la salud pública.
No se trata solo de mejorar la calidad del agua o de ampliar redes de distribución. Se trata de dignidad, de cerrar brechas históricas en el acceso a servicios básicos, de reconocer que el agua potable no es un privilegio, sino un derecho humano. Que hoy existan poblaciones sin este acceso básico es inadmisible.
La propuesta de incorporar a estos distritos a Sedachimbote implica importantes retos técnicos y legales. Se requiere, entre otras cosas, que los terrenos donde se ubican pozos, reservorios y lagunas de oxidación estén saneados física y legalmente. Sin embargo, estos desafíos no deben ser excusas para seguir aplazando decisiones. Muy por el contrario, deben ser metas claras que las autoridades locales y regionales se comprometan a cumplir sin más dilaciones.
También es clave el componente social del proceso. Sensibilizar a la población sobre el uso responsable del agua y la importancia de una gestión profesionalizada no es un tema menor. La sostenibilidad del servicio dependerá en gran medida de esa conciencia colectiva.
El clamor de los pueblos que aún carecen de agua potable y alcantarillado debe dejar de ser una nota al pie en los informes de gestión. Debe ser el centro de las prioridades. Porque sin agua no hay salud, ni desarrollo, ni futuro.
Ojalá este compromiso de integración a la EPS no quede solo en buenas intenciones. Que las palabras se traduzcan en obras concretas, que las promesas den paso a la acción. El saneamiento no puede seguir esperando. Las comunidades tampoco.