Por: Walter Miguel Quito Revello
El Congreso de la República ese nido de “sabiduría” y compromiso patriótico acaba de regalarnos otra joya legislativa: la reelección inmediata de alcaldes y gobernadores. ¡Bravo! Porque claro, si algo necesita este país es más de las mismas autoridades una y otra vez. ¿Quién quiere cambio, si podemos tener al mismo alcalde por ocho, doce o veinte años, como si fuese su hacienda? ¡Gracias, Congreso, por pensar en ustedes mismos!
Y no nos sorprende. Los congresistas, siempre atentos a las grandes causas nacionales, han decidido escuchar la voz del pueblo… del “pueblo invisible” que solo ellos oyen. Ese que les susurra al oído: “aprueba la reelección, no importa el referéndum del 2018, ese fue otro pueblo, otra realidad”. ¡Qué coherencia democrática!
En Áncash, nuestros ilustres congresistas han sido fieles a su estilo: callados como estatuas o serviles como mayordomos. Ni una palabra en contra, ni una indignación fingida. ¡Qué eficiencia! Uno pensaría que fueron elegidos para representar a la región, pero ya está claro que su función principal es calentar el asiento y alzar la mano cuando les conviene. Legislan con el piloto automático… y con el espejo retrovisor puesto en las próximas elecciones.
Y por supuesto, no podía faltar el presidente regional, “Koki” Noriega, en su rol de vocero de los presidentes regionales, quien muy “democráticamente” celebró la medida ya en una oportunidad. ¿Quién no querría quedarse un periodo más en el cargo, con presupuesto regional en mano y sin necesidad de convencer a nuevos votantes? La tentación es humana. Lo que no lo es, es el descaro.
Pero hay que decirlo también: el pueblo tiene su parte de responsabilidad. Porque mientras nos roban la alternancia, muchos callan. Incluso aplauden, como si la reelección fuera sinónimo de progreso y no de estancamiento. ¿Será que ya nos acostumbramos a ser gobernados por los mismos de siempre? ¿O preferimos al corrupto conocido antes que al nuevo por conocer?
La reelección inmediata es una puñalada a la democracia, disfrazada de reforma electoral. Es una forma elegante de decir: “el poder es mío, y no pienso soltarlo”. Se acabó la renovación, la competencia limpia y la esperanza de cambio. Ahora, el sillón municipal o regional es como una silla musical… sin música.
El descaro legislativo con cifras. El 29 de mayo de 2024 – El Pleno aprueba en primera votación la reforma con 92 votos a favor, 25 en contra y 3 abstenciones. El 20 de noviembre de 2024 – En segunda votación, la rechazan con 80 votos a favor y 33 en contra (sin abstenciones). El 29 de noviembre de 2024 – Sin explicación aparente, se aprueba la reconsideración con 73 votos a favor, 34 en contra y 3 abstenciones. 29 de abril de 2025 – La Comisión de Constitución da luz verde con apenas unos pocos: 15 a favor, 5 en contra y 3 abstenciones. El 04 de junio del 2025, el Congreso en primera votación aprobó con 77 votos, 26 en contra y una abstención.
El comportamiento político es inconsistente: se rechaza en noviembre y una semana después se da marcha atrás con 73 votos. ¿Qué cambió? ¿Dialéctica? ¿Intercambio de favores? La excusa de la continuidad administrativa es engañosa, ya que solo el 15 % de autoridades logra reelección. Es un argumento vacío que se usa para disfrazar clientelismo. ¡¡¡Democracia!!! Si esa fuera la lógica, exigirían transparencia y rendición de cuentas, no aplicar reformas para mantenerse en el poder a toda costa.
Desde la provincia del Santa, lo decimos sin miedo: ¡basta ya de congresistas obedientes, de autoridades que legislan para sí mismas y de un pueblo que, por costumbre o desidia, guarda silencio! No hay reelección que valga si no existe dignidad. Y la dignidad no se aprueba por mayoría simple: se reivindica en las calles, en las urnas y, sobre todo, en la conciencia colectiva.