La solicitud del Consorcio LSH Consulting Engineers SAC – Agua Energía y Minería Ingenieros Consultores SA para que las Juntas de Usuarios de Santa, Irchim, Nepeña y Casma firmen actas en blanco que implican la aceptación del proyecto de inversión y su compromiso de operación y mantenimiento, ha generado una reacción que debe ser entendida como un acto legítimo de defensa técnica, legal y moral.
Es inadmisible que, en un proyecto de tanta relevancia para el futuro de la infraestructura hidráulica de nuestros valles, se pretenda forzar una aceptación formal sin antes haber cerrado el proceso técnico y participativo como corresponde. El hecho de que el “Entregable Tres” aún esté en discusión, y que el “Entregable Cuatro” ni siquiera haya sido socializado mediante un taller, evidencia una clara falta de transparencia en la gestión del proceso.
Peor aún, el envío de planillas en blanco para que sean firmadas por los directivos y los usuarios con la exigencia de que contengan las resoluciones administrativas que los acreditan denota un intento por acelerar artificialmente una validación que debería sustentarse en contenido técnico, no en formalismos vacíos.
Las Juntas de Usuarios, en una postura unánime y articulada, han hecho lo correcto: negarse a firmar sin conocer a fondo el perfil del proyecto, sin garantías de que sus observaciones han sido incorporadas y sin haber tenido la oportunidad de debatir en el marco de los talleres establecidos. Firmar bajo estas condiciones sería irresponsable, y comprometería la credibilidad de estas organizaciones que representan a los agricultores, quienes son los verdaderos usuarios y afectados de la infraestructura.
El respeto por los procesos participativos, por la técnica y por la autonomía de las juntas no es negociable. Si el consorcio consultor quiere avanzar con legitimidad, debe garantizar un diálogo real, transparente y técnico. El proyecto no puede construirse desde la imposición ni desde el apuro burocrático. La inversión pública requiere más que papeles firmados: necesita confianza, participación y coherencia.
Este rechazo no es un capricho, es una advertencia: los usuarios no están dispuestos a convalidar con su firma un proceso en el que no han sido escuchados plenamente. Y eso, más que una negativa, es una exigencia de respeto.