La recuperación de áreas degradadas por residuos sólidos, como la que se viene impulsando en el ex botadero de La Pampa La Carbonera en Nuevo Chimbote, representa una de las acciones más urgentes y necesarias en materia ambiental y de salud pública en nuestra región. Este tipo de intervenciones, respaldadas por el Ministerio del Ambiente y con el valioso apoyo técnico y financiero de la cooperación japonesa (JICA), marcan un antes y un después en la forma en que las autoridades locales enfrentan un problema histórico: los botaderos a cielo abierto.
Durante décadas, estos espacios han sido símbolo del abandono, de una gestión deficiente de los residuos y de una amenaza constante para las poblaciones aledañas. No solo han generado impactos negativos en el paisaje urbano, sino que han contaminado suelos, aire y cuerpos de agua, han sido focos de enfermedades y proliferación de plagas, y han contribuido silenciosamente al calentamiento global mediante la emisión de gases de efecto invernadero.
Por ello, el anuncio del cierre definitivo del ex botadero en La Carbonera y el inicio del proceso de recuperación es una noticia que merece destacarse. La Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote ha asumido con responsabilidad este proceso, que no se limita a tapar la basura, sino que implica un conjunto de acciones técnicas, sociales y ambientales destinadas a devolverle vida útil al terreno, reducir riesgos, mejorar la calidad ambiental y generar conciencia sobre el manejo responsable de los residuos.
Los beneficios son múltiples: se elimina el impacto visual negativo, se evita la dispersión de residuos en áreas cercanas, se reduce el riesgo de enfermedades, se mitigan los efectos del cambio climático y se abre la posibilidad de recuperar un espacio que podría, en el futuro, convertirse en área verde o zona de uso comunitario. Además, el programa contempla componentes de inclusión socioambiental, lo que permite incorporar a la población en el proceso y fomentar una cultura ambiental más sólida.
No obstante, este esfuerzo debe extenderse a otras jurisdicciones. En el caso de la Municipalidad Provincial del Santa, por ejemplo, resulta lamentable el silencio y la inacción en temas similares, pese a contar también con espacios degradados que requieren urgente atención. La falta de liderazgo y continuidad en sus áreas técnicas refleja un preocupante desinterés institucional frente a un problema que no puede seguir siendo postergado.
La recuperación de ex botaderos no es solo una medida técnica; es una decisión política y ética. Implica reconocer que no se puede seguir conviviendo con focos de contaminación crónica, y que la salud ambiental es parte esencial del desarrollo sostenible. Ojalá más municipalidades sigan el ejemplo y hagan de la recuperación de áreas degradadas una prioridad real y visible.