Editorial

Contaminación y mesas técnicas sin alma

Río Santa:

Seguimos en lo mismo. Pasa el tiempo, cambian las autoridades, se multiplican las reuniones, pero los resultados siguen ausentes. El último martes, nuevamente, se realizó en nuestra ciudad una mesa técnica para abordar el problema de la contaminación del río Santa por metales pesados. Y, una vez más, lo que queda es una impresión conocida: acuerdos vagos, actas firmadas, promesas que suenan bien pero no resuelven nada.

La forma es más técnica, sí. El lenguaje, más preciso. Pero el fondo sigue siendo débil: no se ataca el origen del problema, que es la minería ilegal e informal que opera impunemente en la zona de Pampas, en Pallasca. La Dirección Regional de Energía y Minas, que debería liderar acciones concretas, apenas ha cumplido un rol simbólico. No hay operativos eficaces, no hay clausuras, no hay sanciones. Solo visitas anunciadas con anticipación que terminan en lugares vacíos, porque como se sabe los mineros ilegales son alertados antes de cada inspección. Así no se combate la contaminación, se encubre.

Este medio ha seguido el caso desde sus inicios, cuando en agosto de 2024 denunciamos públicamente cómo las aguas contaminadas llegaron al río Santa a través del Tablachaca. También informamos que la Autoridad Nacional del Agua (ANA) detectó metales en personas de la posta de Pampas. ¿Qué se hizo entonces? Nada. No hubo seguimiento sanitario, ni intervención ambiental, ni acciones legales. Solo silencio institucional.

Hoy, las llamadas “mesas técnicas” se han convertido en una especie de puesta en escena. Su formato es predecible: se firma un acta, se plantea un compromiso, se pospone una solución. Ya las hemos calificado como “mesas de nada”, y con razón. Porque no basta con reunirse si no hay decisión ni voluntad para actuar donde realmente importa: en el foco de la contaminación.

Lo mínimo que se espera es que, en la próxima reunión, se presenten avances verificables, con informes técnicos y acciones ejecutadas. Pero, sobre todo, que haya una estrategia clara y sostenida. Combatir la contaminación del río Santa exige decisión política, firmeza legal y valentía institucional. Mientras sigamos mirando hacia otro lado, los metales seguirán fluyendo con el río, y con ellos, también nuestra indiferencia.