Por: Pier Maguiña Rojas(*)
¿Por qué a pesar de las sucesivas cifras de crecimiento económico 1 de cada 3 peruanos es pobre?, ¿Por qué hemos engrosado en forma muy altamente significativa la cantidad de personas en situación de pobreza?. En 2024 se añadieron a este listado más de 2 millones 904 mil personas si nos comparamos con cifras de 2019 (prepandemia) . La pobreza es un fenómeno multidimensional que no solo abarca la falta de recursos monetarios, sino también la oportunidad de vivir una vida más digna.
Actualmente, aun cuando nos parezca inverosímil, 7 de cada 10 peruanos carece de agua potable gestionada de manera segura, 2 de cada 10 carece de alcantarillado u otras formas de disposición sanitaria de excretas, 5 de cada 10 adolece del servicio de energía eléctrica mediante red pública o tiene acceso inadecuado, el 65,9% de la población en edad de trabajar no está afiliada a un sistema de pensiones, el 31,9% de la población urbana no tiene el servicio de recolección de residuos sólidos o teniéndolo se encuentra insatisfecha o muy insatisfecha.
A nivel nacional, el 21,9% de la población reside en viviendas cuyo material predominante de los pisos es tierra. Asimismo, el 19,5% de la población urbana manifiesta que su vivienda se encuentra expuesta a inundaciones, precipicios, deslizamientos de tierra, derrumbes o avalanchas. En otro ámbito, 3 de cada 10 peruanos tiene carencia de atención médica, y un dato sumamente alarmante es que en el Perú de hoy 4 de cada 10 niños menores de 06 años sufre de anemia, lo que compromete el futuro debido a que afecta su desarrollo cognitivo y físico, porque repercute en sus niveles de aprendizaje y productividad e hipoteca el desarrollo socioeconómico de toda la nación.
Así las cosas, la rudeza y escalofriantes cifras presentadas por el INEI en su Informe de Pobreza Multidimensional revelan también que, el 88,7% y el 81,6% respectivamente de los estudiantes (de segundo grado de secundaria) no alcanza los objetivos esperados en Matemática, ni en Lectura.
Por todas estas razones juntas, ya no podemos, y ya no debemos regalar nuestra atención e interés a ningún político que con manifiesta superficialidad dice “estar preocupado por el crecimiento económico”, porque la expansión del Producto Bruto interno por sí solo es evidentemente insuficiente. Es más, en nuestro país, el crecimiento económico no juega un rol altamente determinante en la reducción de la pobreza; como si lo hace la galopante inestabilidad política.
Ocurre un fenómeno que respalda esta afirmación. Entre los años 2006 a 2016 el Perú experimentó un sostenido y permanente descenso de la pobreza, la redujimos del 44,5% al 20,7% , el denominador común, dos Jefes de Estado que gobiernan ininterrumpidamente; y, en contraste desde 2017 a 2024 los peruanos hemos tenido seis presidentes en escasamente ocho años, el resultado, 27,6% de la población del país en situación de pobreza monetaria, es decir, totalizamos 9 millones 395 mil personas que al cierre de 2024 no pudieron cubrir el costo de la canasta básica de consumo (alimentos y no alimentos). Nuevamente estamos con cifras de pobreza de hace 14 años. Ver Gráficos 1 y 2.
La inestabilidad política y la corrupción crónica son nuestras mayores amenazas porque favorecen la ineficiencia y la ineptitud del aparato público que ya por sí solo es aletargado.
Es en extremo relevante conocer el estado de situación de nuestra nación, no sólo para el diseño de políticas públicas; sino porque además es un derecho y un deber de la población informarse, para que sepa dónde se encuentra, y así lo incorporemos como parte esencial en nuestras conversaciones y en el debate público del país que queremos ser.
Un contexto político convulsionado, gobiernos completamente inestables, el desprestigio de la clase política y la alta rotación de personal hace difícil que personas capaces quieran involucrarse. No obstante, nadie más que nosotros mismos debemos hacernos cargo y estar decididamente dispuestos a comprarnos el pleito para eclipsar nuestros lastres sociales y de cultura.
Faltando menos de un año para un nuevo proceso electoral, al momento de votar tenga claro que está cediendo y traspasando el poder a alguien. Que ese alguien no sea un impresentable, no vote por el que va primero en las encuestas, no vote desinformado, no vote por el que promete castillos en el aire, por el que ofrece el qué, pero no explica el cómo, no vote por candidatos con hojas de vida probadamente manchadas porque de esos ya hemos sufrido lo suficiente. De nosotros depende elegir a un jefe de estado que esté a la altura de nuestros desafíos como nación.
(*) MBA Universidad del Desarrollo (Scl)