Editorial

Educación, prevención y acción ante las drogas

La reciente campaña preventiva impulsada por la Red de Salud Pacífico Sur, en coordinación con DEVIDA y los Centros de Salud Mental Comunitarios de la región, en el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, es una iniciativa que merece destacarse, respaldarse y multiplicarse.

La elección del entorno escolar como espacio de intervención preventiva no solo es acertada, sino urgente. La adolescencia es una etapa crítica en la que la exposición a riesgos como el consumo de drogas puede tener consecuencias devastadoras en la salud, el desarrollo emocional y el futuro de los jóvenes. Llevar información veraz, clara y accesible a los estudiantes no es solo una medida educativa, es una política de salud pública.

La jornada realizada en la IE Santa María Reina —con la activa participación de más de cien estudiantes— demuestra que hay un interés real entre los escolares por comprender el fenómeno del consumo de drogas. El enfoque participativo, que incluyó espacios de diálogo y preguntas, permitió no solo informar, sino también escuchar: una condición indispensable para comprender lo que los adolescentes piensan y sienten frente a esta problemática.

El rol de los Centros de Salud Mental Comunitarios en esta labor es también fundamental. Hoy sabemos que muchas veces el consumo de sustancias psicoactivas está vinculado a situaciones de ansiedad, depresión o entornos familiares disfuncionales. En ese sentido, prevenir el consumo implica también ofrecer acompañamiento emocional, contención psicológica y herramientas para el manejo de conflictos y frustraciones.

La participación de las autoridades educativas en esta actividad fue otro aspecto positivo. Que los directivos escolares respalden y participen activamente en estas campañas es clave para garantizar su sostenibilidad y efectividad. Como bien señalaron, la prevención debe comenzar en las aulas, desde la infancia, y reforzarse durante toda la formación escolar. No se trata solo de advertir sobre las consecuencias del consumo, sino de formar ciudadanos con criterio, autonomía y capacidad para resistir las presiones del entorno.

Lo más destacable de esta intervención, sin embargo, es el compromiso expresado por las entidades organizadoras para continuar replicando estas acciones en más colegios. La lucha contra las drogas no se resuelve con campañas esporádicas, sino con una estrategia permanente, multisectorial y descentralizada.

Por eso, este esfuerzo debe ser reconocido, pero también reforzado. Los gobiernos locales, los padres de familia y las organizaciones sociales tienen que sumarse. Porque cuando se trata de proteger a nuestros jóvenes del flagelo de las drogas, la indiferencia no es una opción. La mejor herramienta sigue siendo la educación, y el mejor momento para actuar es ahora.