Editorial

El poder juvenil y la responsabilidad ciudadana

Las elecciones generales del 12 de abril de 2026 representan una cita crucial con la democracia en el Perú, no solo por la renovación de autoridades —presidencia, Congreso, Parlamento Andino—, sino también por la magnitud del padrón electoral, que superará los 27 millones de votantes. Entre ellos, destaca un dato especialmente revelador: 6 millones 700 mil jóvenes entre 18 y 29 años integrarán el sector más amplio del electorado. Esto significa que más de uno de cada cuatro votantes será joven, una cifra que podría inclinar la balanza electoral y definir el rumbo político del país para los próximos cinco años.

Esta masiva participación juvenil no es solo una cifra estadística: es un llamado de atención a la clase política, a las instituciones y a la sociedad en general. Los jóvenes están llamados a decidir, y con ello, a asumir un rol protagónico en la vida democrática del país. Pero para que este voto sea verdaderamente transformador, no basta con su número. Se necesita que sea informado, consciente y comprometido.

Los desafíos para lograrlo son grandes. Muchos jóvenes ingresan al proceso electoral sin una educación cívica sólida, sin conocer el funcionamiento del Estado, ni los roles que cumplen las autoridades que van a elegir. De allí que el trabajo del Reniec, los organismos electorales, los medios de comunicación y el sistema educativo en general debe centrarse en educar políticamente, brindar espacios de diálogo y promover una cultura de responsabilidad democrática.

Otro aspecto clave es la actualización de la información registral. La jefa del Reniec, Carmen Velarde, ha sido enfática en señalar que los ciudadanos deben mantener actualizada su dirección domiciliaria, pues esto impacta directamente en el lugar de votación y en la representatividad de sus autoridades locales. Además, la correcta inscripción de defunciones y la precisión del padrón son esenciales para garantizar la limpieza del proceso electoral.

La relevancia de los registradores civiles también merece ser subrayada: gracias a su trabajo se puede mantener un padrón actualizado, saber dónde viven los peruanos y, con ello, permitir una mejor distribución del presupuesto público. No se trata solo de votar, sino de hacer que cada voto cuente, se registre adecuadamente y represente con fidelidad a la ciudadanía activa del país.

Y hay un punto adicional que no puede pasar desapercibido: la votación por la bicameralidad. Este será uno de los temas trascendentales en la elección del Congreso, y los jóvenes deben comprender sus implicancias. Recuperar el sistema bicameral puede contribuir a mejorar la calidad legislativa y el equilibrio de poderes, pero también exige un electorado que conozca los argumentos y participe con criterio.

En resumen, las elecciones de 2026 son una oportunidad para fortalecer la democracia desde sus cimientos. Y el rol de los jóvenes será determinante. No es momento de apatía ni de indiferencia. Es momento de informarse, participar y actuar con responsabilidad. Porque el futuro del Perú no se construye solo en las urnas, pero sí comienza allí, con cada voto que refleje conciencia, esperanza y voluntad de cambio.