Un problema que en los últimos años ha aumentado silenciosamente en la bahía de Chimbote hoy la amenaza es mayor, nos referimos al arenamiento progresivo de la zona sur, generado por los sedimentos arrastrados por el río Lacramarca, está afectando seriamente la operatividad portuaria y, con especial gravedad, al astillero del SIMA Chimbote, una de las infraestructuras navales más importantes del país, así como también al Muelle Municipal.
Aunque algunos podrían pensar que se trata de un fenómeno natural sin mayores implicancias, lo cierto es que esta acumulación de arena en el litoral tiene efectos directos y concretos. Barcos que no pueden acceder con facilidad, problemas generados y maquinaria portuaria limitada por la falta de profundidad en el muelle. Estas son realidades que hoy enfrenta el SIMA y que comprometen su funcionamiento, retrasan trabajos técnicos.
Los daños no son solo económicos. El varadero y los muelles afectados no son piezas aisladas; forman parte de un ecosistema económico, técnico y social que sostiene empleo calificado, actividad industrial y desarrollo regional.
Parte del problema se relaciona también con decisiones tomadas en el marco del proyecto de defensa ribereña del río Lacramarca, desarrollado bajo el acuerdo Gobierno a Gobierno entre Perú y el Reino Unido, y ejecutado por la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN). Aunque la intención del proyecto era proteger a la población de desbordes, no se evaluaron de manera adecuada los impactos colaterales sobre la costa chimbotana, lo que demuestra una vez más la desconexión entre la planificación centralista y la realidad del territorio.
La Defensoría del Pueblo ha dado un paso correcto al solicitar la intervención de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA). Pero no basta. Es imprescindible que el Ministerio del Ambiente, la Autoridad Portuaria Nacional, la Marina de Guerra del Perú, el Gobierno Regional de Áncash y la Municipalidad Provincial del Santa conformen una mesa técnica inmediata para abordar esta crisis ambiental con perspectiva de gestión integral del litoral y del río.
Chimbote no puede seguir pagando los costos de la improvisación y del abandono estatal. El SIMA no solo construye y repara embarcaciones, sino que representa la continuidad de la tradición industrial de esta ciudad. Permitir que el arenamiento deteriore su capacidad operativa es condenar al puerto al estancamiento.
No estamos ante un problema técnico menor, sino ante una crisis ambiental y estructural que necesita soluciones urgentes, con dragado planificado, intervención de ingeniería hidráulica, monitoreo permanente y, sobre todo, voluntad política real. Mientras la arena avanza sin freno, lo que se entierra no es solo la playa, sino también el futuro industrial de la ciudad.