Opinión

¿Por qué no habrá alianzas electorales en las elecciones generales de 2026?

Por: Fernando Zambrano Ortiz.

Analista Político

En el Perú, los partidos descubrieron que competir unidos puede sonar bien en un pizarrón de estrategia, pero en el terreno electoral suele restarles más de lo que suma. Mantener intacta la propia identidad les permite hablar directo a la gente que ya confía en su proyecto, sin confundir ni diluir sus símbolos. Cuando dos o más organizaciones presentan una sola lista, muchos electores se sienten desconectados de esa fusión y prefieren quedarse en casa, anular su voto o explorar opciones nuevas que sí les hablan con claridad.

El roce interno no tarda en exponerse: en cualquier alianza siempre hay matices que generan desconfianza. ¿Cómo pueden gobernar unidos si ni siquiera se ponen de acuerdo en campaña? Esa duda cala hondo en los electores, que no están dispuestos a arriesgar su confianza en un pacto que podría romperse a la primera discrepancia.

El método D’Hondt convierte los votos en escaños mediante un procedimiento de cocientes sucesivos. Primero, cada partido presenta su total de votos y se divide ese número por 1, por 2, por 3… tantas veces como curules haya en disputa. Luego se ordenan todos esos resultados de mayor a menor y se asignan los escaños a quienes tengan los cocientes más altos. Esto favorece ligeramente a los partidos más votados y penaliza la voz de los socios menores en una alianza electoral, ya que parte de sus curules se transfiere al aliado más fuerte, dejando al partido pequeño con menos curules de las que habría conseguido solo.

La experiencia pasada muestra que varias coaliciones no llegaron a la expectativa y sus bancadas quedaron fracturadas, con responsabilidades repartidas y poca cohesión para impulsar iniciativas. Esa derrota silenciosa llevó a los líderes a pensar distinto: prefieren competir en solitario, cuidar su marca y quedarse con el mérito o la crítica de sus propias propuestas, antes que repartirlo con un socio que, al final, puede restar más de lo que suma.

Hoy día, además, la proliferación de partidos políticos muchos de ellos formaciones nuevas que apenas cuentan con estructura o base social ha llevado a que éstos anden en busca de alianzas diseñadas sobre todo para superar la valla electoral y mantener vigencia.

Por todo eso, en 2026 veremos más candidaturas firmes y definidas, cada una hablando directamente a su base, sin ataduras ni fórmulas de última hora que terminen por alejar al votante. La estrategia, al menos en primera vuelta, ya no es la amalgama, sino la autenticidad.