Por: Walter Miguel Quito Revello
Áncash vuelve a vivir la función mensual de su Congreso: la “semana de representación”. Congresistas que solo recuerdan a su región cuando la agenda los obliga, selfies estratégicas y promesas que vencen antes de llegar a Lima. Todo, mientras Chinecas, el proyecto que podría cambiar el agro por un siglo, sigue atrapado en el pantano de la burocracia… y la indiferencia.
Jhaec Darwin Espinoza Vargas: el congresista enredado en sus propias redes. Espinoza recorre la región, pero su sombra lo acompaña: denuncias por presunta concusión y peculado, uso indebido de recursos del Congreso y la fiscalía investigando si su despacho se convirtió en imprenta de su movimiento “Adelante Áncash”. La Comisión de Ética ya recomendó su suspensión, y Acción Popular lo expulsó. Pese a todo, promete proyectos para saneamiento de tierras y titulación de pueblos. La pregunta incómoda: ¿podrá concentrarse en fiscalizar y legislar para Áncash o está demasiado ocupado defendiéndose?
Nilza Merly Chacón Trujillo: la congresista invisible. De Chacón se sabe poco en esta semana de representación. Sus apariciones son esporádicas y su voz casi nunca se escucha en los debates que importan para Áncash. Prometió defender la salud, la educación y el desarrollo productivo, pero su representación se reduce a notas de prensa. La crítica: la invisibilidad no es representación; la región necesita gestión, no congresistas fantasmas.
Lady Mercedes Camones Soriano: la reina de las promesas. Camones vuelve a prometer fiscalización de obras, defensa de la cultura y proyectos para la Universidad del Santa. Lo mismo que el mes pasado, el año pasado y el anterior. Sus visitas parecen giras turísticas con selfies incluidas. Y cuando alguien le recuerda sus promesas incumplidas, responde con otra promesa. Círculo cerrado.
Kelly Roxana Portalatino Ávalos. La exministra de Salud convertida en congresista por Perú Libre trae más titulares que soluciones. Investigada por presuntos vínculos con la “Mafia Chimbotana”. El aire turbio sigue envolviendo su gestión pública en Áncash.
Elías Marcial Varas Meléndez. Sí, un médico que supuestamente entiende de salud, pero cuando visita Áncash se convierte en especialista en posar con jubilados preocupados por obras inconclusas. Viene a Ancash sin resultados ni plazos. Su mayor logro es evitar que su bancada desaparezca. Después de casi cuatro años de gestión, por fin denunció al gobernador Koki Noriega por bloquear Chinecas. Tiene razón: el proyecto no puede depender del capricho de una autoridad que nunca da la cara. Pero la pregunta es inevitable: ¿por qué esperar hasta el último año de mandato para alzar la voz? Si la obstrucción era tan clara, ¿dónde estuvo Varas cuando la región lo necesitaba antes?
Jhaec Darwin Espinoza Vargas: entre promesas y realidades. Espinoza insiste en que sus visitas traerán inversión y desarrollo, pero la realidad es que Áncash sigue esperando resultados concretos: hospitales sin personal, carreteras deterioradas y proyectos productivos paralizados. El contraste: mientras sus denuncias acaparan titulares nacionales, las verdaderas urgencias de la región quedan relegadas.
El gobernador regional: espectador de lujo. Como si la inercia fuera política oficial, el gobernador brilla por su ausencia. Ninguna coordinación seria con los congresistas, cero liderazgos para exigir presupuesto al Ejecutivo. La región necesita un conductor; tiene, en cambio, un espectador.
La “semana de representación” vuelve a demostrar que no basta con caminar por los pueblos ni repartir promesas. La verdadera representación se mide en leyes aprobadas, presupuesto gestionado y obras ejecutadas. Áncash merece congresistas que legislen, fiscalicen y gestionen, no protagonistas de fotos pasajeras ni autoridades que se ocultan detrás de sus cargos. Mientras el Puerto de Chimbote olvidado, la pesca abandonado. Solo Chinecas podría garantizar agua por más de un siglo. Lo que no fluye es la voluntad política. Unos congresistas ocupados en defenderse, otros en prometer, uno en denunciar tarde y un gobernador que se esconde. La región sigue esperando resultados mientras los políticos cumplen con su ritual mensual: posar para la foto y desaparecer hasta la próxima “semana de representación”.
Áncash necesita agua y gestión. Lo que recibe es un desierto político con fecha de caducidad.