Por: Fernando Zambrano Ortiz.
Analista Político
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha lanzado una provocadora idea que resuena en millones de propietarios: abolir el impuesto predial a nivel nacional. Su argumento es tan simple como subversivo: “Si ya pagaste por tu casa una y otra vez en transacciones e impuestos, ¿por qué sigues pagando cada año solo por el ‘privilegio’ de vivir en ella?”.
La pregunta, planteada por este destacado miembro del Partido Republicano y posible aspirante presidencial, no es solo técnica; es filosófica. Golpea el corazón del pacto entre ciudadanos y gobierno: ¿hasta qué punto podemos llamar “propiedad” a algo que nunca dejamos de pagar?
Detrás del traje y corbata de político tradicional, DeSantis lleva años cultivando una imagen de disruptor del sistema. Como gobernador de Florida desde 2019, ha librado batallas contra lo que él llama “excesos gubernamentales”. Pero esta última propuesta podría ser su desafío más radical al status quo. No es solo un ajuste fiscal; es un cuestionamiento directo a uno de los pilares de la financiación local.
El impuesto predial siempre ha sido ese compañero incómodo de la propiedad. Pagas religiosamente, año tras año, pero a diferencia de la hipoteca, nunca terminas de “saldar la deuda”. Es como si el sueño de la casa propia viniera con una cláusula oculta: la renta vitalicia al Estado.
Los expertos advierten sobre el caos que podría generar eliminar este impuesto de golpe. Pero DeSantis, conocido por su estilo confrontativo, parece dispuesto a usar esta idea como ariete contra lo que considera un sistema fiscal abusivo. En su visión, esto no es solo economía; es una cuestión de libertad individual frente a un Estado que nunca parece satisfecho.
Mientras economistas debaten alternativas de financiamiento y alcaldes se llevan las manos a la cabeza, millones de ciudadanos escuchan con interés. Porque más allá de tecnicismos, DeSantis ha puesto el dedo en una llaga emocional: esa sensación de que por mucho que uno trabaje, nunca termina de ser completamente dueño de su propio hogar.
El tiempo dirá si esta propuesta es una genuina revolución fiscal o simplemente otra promesa populista. Pero una cosa es clara: el gobernador de Florida acaba de iniciar una conversación incómoda que muchos estaban esperando tener. Porque en el fondo, todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿realmente es mío si nunca dejo de pagar por ello?