Por : Donato Díaz Nieto
La felonía, la traición, la infamia, la canallada de las gentes de una sociedad civil es la indiferencia por todo lo que ocurre a su alrededor, hasta que algo le suceda. Recién grita, se arrebata, despotrica de sus autoridades, o de quien dependa sus derechos lesionados.
No logramos encontrar una razonable, sensata, prudente explicación, por ejemplo, cómo es que todos los transportistas, sean estos formales o informales, siendo motivos de una despiadada barbarie de persecución por los extorsionadores y sicarios, quienes los vienen asesinando vilmente, sus gremios no logran un punto de coincidencia para elevar sus protestas por el abandono de las autoridades, llámese el ejecutivo, el concejo de ministros, el congreso, la policía nacional, al no poder unificar un programa mínimo, básico, para que sus protestas tengan el efecto esperado, esto es de ser escuchados y atendidos. Si esto no ocurre, si no tienen capacidad para lograr una protesta pacífica nacional unificada que el sentido común recomienda, por ser una necesidad común a todos y cada uno de los transportistas, no van a ser escuchados, porque sencillamente dan lugar a que los “caviaricen” y sus protestas disminuidas por gremios o sectores se desautorizan, cada vez pierden credibilidad y quedan como una protesta más, sin el menor efecto y terminan, como siempre, en diálogo de sordos con la promesa de las autoridades de hacer los esfuerzos para ayudarlos.
Y, bien gracias, pues fue un molesto piojo en la cabeza, se la rascaron y se acabó la molestia, mientras que las extorciones y los asesinatos de conductores no cesan; pues cada muerte resulta uno más, con el dolor de la familia y ya no le importa a la sociedad civil, mientras no colisione con sus intereses personales.
En medio de esta tragedia nacional, porque las víctimas no solamente son los transportistas, sino también el colectivo en general, el ejecutivo y el congreso, en dupla de concierto siniestro en afán de poder omnívoro no han podido haber tenido mejor idea que, a más de haber restablecido la bicameralidad parlamentaria, con requisito que para ser diputado o senador hay que haber sido congresista anteriormente, con lo que los corruptos que ya se van, pretendan un escaño. Que dicho sea de paso, va a estar a su alcance. Y si llegan estarán premunidos de la inmunidad parlamentaria, que anteladamente ya previnieron para protegerse de cualquiera investigación jurisdiccional, además de haber aprobado leyes para evitar ser juzgados, sin importar que estos favorecen a los criminales más avezados del país, los que nos vienen desangrando gota a gota, que ya se han convertido en chorros, con asesinatos imparables, frente a la impotencia de aquellos policías verdaderamente esforzados; y también de aquellos que se han convertido en cómplices infiltrados de los criminales sueltos en plaza como en su casa, invadido por extranjeros porque en el Perú “la plata está botada”, y que esta frasecita velada es tan cierta que descubre por qué los corruptos están en su salsa, porque para ellos también hay mucha, mucha plata.
Y… frente a todo esto estamos sumidos en absoluta y proverbial indiferencia, solamente se escucha el quejido y el llanto de los que sufren por la arremetida de los delincuentes y de los corruptos que canjean el pan de los niños por la carne de equino, en el más grande gesto de miserable indolencia.
Bajo estas apretadas circunstancias en que nuestro país está en caída libre al abismo por culpa de la caterva de impresentables que nos gobiernan ¿hay motivo para celebrar las Fiestas Patrias?