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Recesión, guerras y auge tecnológico marcan el pulso de las inversiones en 2025

A mitad de 2025, los mercados globales avanzan entre la incertidumbre y el cambio. El arranque del año dejó claro que este no será un período de estabilidad: el crecimiento económico mundial se desaceleró, la inflación sigue presionando y las tensiones geopolíticas no dan tregua. Las proyecciones más recientes ya sitúan el crecimiento global por debajo del 3 %, en un escenario donde el comercio internacional se enfría y la demanda externa se contrae.

Frente a este panorama, los inversionistas deben estar más atentos que nunca. En lo que queda del año, hay tres grandes fuerzas que podrían marcar el rumbo de las decisiones financieras en todo el mundo: la posibilidad de una recesión, el avance acelerado de la inteligencia artificial y el impacto directo de los conflictos armados y las guerras comerciales.

La recesión ya no es una teoría: empieza a sentirse

Desde hace más de un año, la economía global viene perdiendo fuerza. Aunque en algunos momentos hubo cierta esperanza de recuperación, lo cierto es que el consumo sigue cayendo, el endeudamiento de las familias aumenta, y los inversionistas están volviendo a los clásicos activos de refugio como el oro o el franco suizo.

Todo indica que podríamos estar entrando en una recesión global y, si eso se confirma, los efectos serían inmediatos: caída en el valor de las acciones, pérdida de empleos y menos movimiento en el comercio. Sin embargo, hay sectores que históricamente logran mantenerse firmes en tiempos difíciles, como la salud o los servicios públicos, que suelen ser opciones más estables en medio de la tormenta.

También volverán a ganar protagonismo los bonos del gobierno, ya que representan una alternativa más segura para quienes buscan proteger su capital. De hecho, en escenarios más críticos, los bancos centrales suelen comprar grandes cantidades de estos bonos para evitar que el sistema financiero se paralice, lo que da mayor tranquilidad a los inversionistas.

La tecnología no frena: la IA lidera el crecimiento

En medio del temor a una recesión, hay una fuerza que no deja de crecer: la innovación tecnológica, con la inteligencia artificial como principal motor. En lo que va del año, las grandes empresas del sector han avanzado a pasos agigantados, y todo indica que veremos un cierre de año marcado por el auge de esta industria.

Meta, por ejemplo, está invirtiendo fuertemente en infraestructura para IA generativa, y firmó un acuerdo por 20 años con Constellation Energy para alimentar sus sistemas con energía nuclear limpia. Con este tipo de acciones, la compañía se prepara para liderar una nueva etapa de transformación digital.

También destaca el caso de Nvidia, una de las compañías clave en el desarrollo de chips y hardware para IA. En el primer trimestre de 2025, la empresa reportó ingresos por más de 44.000 millones de dólares y sus acciones subieron 45 % desde abril, impulsadas por nuevas alianzas estratégicas. Todo esto está generando un efecto dominó en el mercado, atrayendo capital hacia áreas como automatización, robótica, manufactura avanzada y servicios digitales.

Incluso sectores como el de los juegos en línea están integrando estas tecnologías. Plataformas como Casino Guru han empezado a aplicar inteligencia artificial para mejorar la experiencia de usuario, recomendar contenido personalizado y reforzar los sistemas de seguridad. Es un ejemplo claro de cómo la IA ya está presente en muchas áreas de la vida cotidiana, no solo en el mundo corporativo.

Si esta tendencia se mantiene, las acciones de empresas tecnológicas seguirán ganando terreno. Además, se espera un aumento en la demanda de materiales como el litio o el cobre, indispensables para el desarrollo de dispositivos electrónicos, baterías y vehículos eléctricos.

Las tensiones globales siguen sumando presión

A la par del enfriamiento económico y el crecimiento tecnológico, los conflictos internacionales también están dejando su huella en los mercados. La guerra entre Rusia y Ucrania continúa afectando la exportación de alimentos y el suministro energético en Europa. Mientras tanto, la crisis en Sudán ha interrumpido el comercio de minerales como el oro, generando escasez y alzas de precios.

Si estas situaciones empeoran en los próximos meses, el impacto sería directo: aumentos en el precio del petróleo, el gas y los metales preciosos, mayor inflación y una ola de inestabilidad en las principales bolsas del mundo.

A esto se suma la tensión comercial entre Estados Unidos y China. En mayo, el presidente Trump decidió duplicar los aranceles sobre el acero y el aluminio, llevándolos del 25 % al 50 %. Aunque algunos mercados asiáticos reaccionaron con subidas, el ambiente general es de alta volatilidad. Y esa incertidumbre probablemente se mantendrá hasta que haya señales claras de un acuerdo o, al menos, de una desescalada.

Un semestre para invertir con cabeza fría

El segundo semestre de 2025 no será fácil de navegar, pero tampoco es terreno perdido. Lo importante es entender que estos escenarios no son excluyentes. Podríamos ver una combinación de desaceleración económica en algunas regiones, conflictos que escalan en otras, y a la vez un auge tecnológico que impulse ciertos sectores.

Para quienes invierten, la clave está en diversificar, mantenerse informados y ajustar sus decisiones a tiempo. No se trata de hacer apuestas desesperadas, sino de saber leer el contexto y moverse con estrategia.