Viajar por la carretera que une Yungaypampa, Tres Cruces, Yanac, Sihuas, en la región Áncash, con Huacrachuco (Huánuco) y Tayabamba (La Libertad), es, literalmente, una travesía de riesgo. Lo que debería ser una vía de integración andina estratégica se ha convertido en un calvario para miles de ciudadanos que transitan diariamente por esta ruta. Y lo más grave es que esta vía, se encuentra bajo jurisdicción del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), en un estado deplorable a pesar de que ya cuenta con presupuestos asignados para su mantenimiento. No hay excusas posibles ante tal abandono.
El último episodio, reportado en el sector de Shajtay, a tan solo 10 minutos de Sihuas, ha encendido todas las alarmas: un camión de carga pesada, marca Scania, quedó atascado y casi se desploma luego de que las tablas de un puente de madera colapsaran parcialmente. Las imágenes de este hecho son, sin exagerar, escalofriantes. Muestran una estructura precaria, podrida, sostenida apenas por clavos y troncos, incapaz de soportar el peso de los vehículos que por allí circulan. ¿Cómo es posible que un puente así aún forme parte de una vía nacional?
La respuesta es dolorosamente evidente: ineficiencia institucional, desidia y una completa falta de fiscalización y ejecución por parte del MTC. Esta carretera, que conecta regiones enteras del nororiente del país, debería ser prioridad nacional. Une poblaciones dispersas que dependen del transporte terrestre para acceder a mercados, servicios de salud, educación y otros derechos básicos. Sin embargo, los tramos siguen sin asfaltar, llenos de barro en temporada de lluvias y con puentes que amenazan con colapsar en cualquier momento.
El Estado no puede seguir jugando con la vida de los ciudadanos. La carretera Yungaypampa, Tres Cruces, Yanac, Sihuas–Huacrachuco–Tayabamba no es solo una vía para transportar productos o personas, es un eje de desarrollo que, en su actual condición, retrasa el crecimiento económico de tres regiones y perpetúa la exclusión de zonas rurales históricamente postergadas.
El MTC tiene que actuar ya. No basta con tener un presupuesto en el papel; se necesita presencia real, maquinaria en la zona, ejecución efectiva y, sobre todo, rendición de cuentas. No puede permitirse que en pleno 2025 sigamos dependiendo de puentes de madera en territorios de alta circulación y altísimo riesgo. Tampoco puede aceptarse que se sigan perdiendo oportunidades de desarrollo por la incapacidad estatal de garantizar una carretera transitable y segura.
Este no es un pedido, es una exigencia: se necesita una intervención inmediata, integral y transparente. Porque seguir ignorando esta ruta es condenar a miles de peruanos a una geografía del olvido, donde cada viaje puede ser el último.