El proyecto de electrificación del Campus II de la Universidad Nacional del Santa (UNS) es, sin duda, un caso emblemático del fracaso institucional y la dejadez administrativa que han carcomido a una de las principales universidades públicas del norte del país. La Contraloría General de la República nos lo ha recordado con otro informe Hito de Control. Iniciado hace ya más de ocho años, este proyecto valorizado en más de 12 millones de soles continúa paralizado, sin una fecha clara de culminación, a pesar de haberse superado las causas técnicas de su última suspensión. ¿Hasta cuándo durará esta espera? ¿Hasta cuándo las autoridades universitarias seguirán mirando hacia otro lado?
La cronología del proyecto es un rosario de demoras: se viabilizó el 4 de agosto del 2017, su expediente técnico se aprobó en julio de 2019, la buena pro se otorgó en diciembre del mismo año y el contrato se firmó el 3 de enero del 2020. Todo parecía ir bien encaminado cuando, el 4 de febrero del 2020, la obra finalmente comenzó. Pero el entusiasmo duró poco. La ejecución ha sido interrumpida hasta en cuatro oportunidades, y desde el 1 de diciembre de 2022, la obra se encuentra completamente suspendida, con solo un 60 % de avance físico.
Resulta alarmante que, a pesar de contar con más de la mitad del trabajo ejecutado y con todas las condiciones técnicas resueltas desde mayo de este año, la universidad no haya hecho absolutamente nada por reanudar la obra. La Contraloría General ha emitido ya seis informes de control, alertando sobre las omisiones, los incumplimientos y la falta de planificación de la UNS. Sin embargo, los informes parecen caer en saco roto. Las observaciones persisten. Nadie —ni en el rectorado, ni en la dirección de infraestructura— parece dispuesto a asumir la responsabilidad que el cargo les impone.
Mientras tanto, miles de estudiantes siguen con problemas en el acceso a laboratorios, aulas y servicios que dependen del suministro eléctrico. Y lo más indignante es que otras infraestructuras ya culminadas y equipadas permanecen inutilizables por falta de energía. Es decir, no solo se retrasa una obra, sino que se condena al abandono el esfuerzo y la inversión en proyectos ya terminados.
Esto no es un problema técnico: es una crisis de liderazgo, de gestión y de responsabilidad pública. La Universidad Nacional del Santa no puede seguir actuando como si el tiempo y el dinero no importaran, como si los estudiantes fueran una nota al pie en sus planes de inversión.
Exigimos acciones inmediatas. La comunidad universitaria y la ciudadanía merecen respuestas claras y compromisos firmes. No más excusas. No más indiferencia. Que se culmine de una vez la obra de electrificación del Campus II y se ponga fin a este capítulo vergonzoso de abandono institucional. Porque si la universidad pública no puede garantizar lo básico, como el acceso a la electricidad, ¿qué calidad educativa podemos esperar?