Editorial

Nuevo Chimbote rumbo al caos

En Nuevo Chimbote, la violencia contra dirigentes vecinales se ha convertido en una trágica constante que no parece tener fin. La reciente muerte de la exdirigente del A.H. Pueblos Unidos, Violeta Raquel Salazar Guzmán, asesinada por sicarios frente a su vivienda, eleva a tres el número de líderes comunitarios acribillados en lo que va de 2025. No se trata de casos aislados, sino de una serie de atentados que muestran, ataques directos y total impunidad.

Lo más indignante es que, pese a la gravedad de los hechos, la Policía Nacional del Perú no ha logrado resolver ninguno de estos casos. Todo queda en carpetas archivadas, en conferencias de prensa con promesas vagas y en investigaciones que nunca llegan a conclusiones. Mientras tanto, las balas siguen marcando el rumbo de la vida comunitaria y la sensación de abandono crece en cada barrio.

La inseguridad ciudadana no solo avanza: se consolida. Cada dirigente asesinado envía un mensaje de terror al resto de la población, debilitando la organización vecinal y dejando el camino libre a las mafias y a la delincuencia organizada. Es un golpe directo a la columna vertebral de la participación ciudadana, esa que debería ser respaldada y protegida por las autoridades.

El nulo trabajo de inteligencia policial es evidente. No hay prevención, no hay vigilancia efectiva y, peor aún, no se percibe una estrategia sólida para identificar a los autores materiales ni a quienes están detrás de estos crímenes. En vez de anticipar los ataques, las autoridades parecen limitarse a levantar los cuerpos y llenar formularios.

Ante esta realidad, es necesario volver a levantar la voz y decirle al general de la PNP en la región Áncash, con toda claridad: queremos resultados, no excusas. La ciudadanía no puede seguir viviendo bajo la sombra del miedo mientras quienes deberían garantizarnos seguridad se muestran incapaces de cumplir con su deber.

Si el Estado no asume de inmediato su responsabilidad, Nuevo Chimbote corre el riesgo de caer en una espiral de violencia y venganza que nos lleve directamente a la anarquía. Y cuando eso ocurra si seguimos por este camino ya no habrá marcha atrás.

La hora de actuar es ahora. No podemos esperar al próximo funeral para reaccionar.