Opinión

Congreso: correlacion de fuerzas y presidencia de comisiones

Por: Fernando Zambrano Ortiz

Analista Político

El Congreso de la República, a agosto de 2025, se presenta como un escenario de contrastes y desafíos: doce bancadas activas, varios congresistas sin grupo parlamentario, y una fragmentación que, lejos de frenarlo, parece impulsar una dinámica de negociaciones y alianzas constantes. Frente a la ausencia de mayorías absolutas, cada grupo parlamentario busca consolidar su influencia, especialmente a través de la presidencia de las comisiones, donde se define gran parte del trabajo legislativo.

Fuerza Popular, con sus 21 escaños, conserva el rol protagónico que ha ejercido desde la pasada legislatura. Sin embargo, ya no camina sola: Alianza para el Progreso amplió su presencia de 14 a 17 representantes, consolidándose como el segundo bloque más numeroso. En esta misma ola, Juntos por el Perú creció hasta alcanzar 12 escaños, tras incorporar buena parte del disuelto Bloque Magisterial durante las negociaciones de la Mesa Directiva. Este movimiento no solo engrosó sus filas, sino que reflejó la vulnerabilidad de bancadas menores y la capacidad de absorción de grupos más fuertes.

Mientras tanto, Podemos Perú y Avanza País cedieron un escaño cada uno, y Somos Perú se anotó un pequeño pero significativo avance. Estos vaivenes de última hora ilustran con nitidez la volatilidad interna: un solo legislador que cambia de bancada puede inclinar la balanza en votaciones clave.

En este contexto, la distribución de las 24 presidencias de comisión –asignadas por proporcionalidad según el Reglamento del Congreso, pero determinadas finalmente en el tejido de pactos previos al voto de la Mesa Directiva se ha convertido en el blanco de todas las miradas. Fuerza Popular logró asegurarse cuatro de estos cargos, garantizándose un liderazgo directo en temas centrales. Alianza para el Progreso y Podemos Perú, muy conscientes de su nueva fortaleza, se adjudicaron tres cada uno, consolidando su rol bisagra.

Acción Popular, Juntos por el Perú, Perú Libre, Renovación Popular y Somos Perú consiguieron dos presidencias cada uno, lo que les permitirá moldear discusiones en las comisiones que les correspondan. Finalmente, Avanza País Partido Integración Social, Bancada Socialista, Bloque Democrático Popular y Honor y Democracia alcanzaron al menos una presidencia cada uno, asegurando voz propia en el reparto.

Este entramado de acuerdos y contracuerdos arroja un dato revelador: Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y Podemos Perú concentran diez de las 24 comisiones, es decir, alrededor del 41 % del control de la agenda parlamentaria. Sin embargo, ningún bloque puede descuidar a los demás; la aprobación de leyes, el dictamen de proyectos y el control político dependen del respaldo cruzado, del voto decisivo de bancadas medianas e incluso de congresistas aislados.

Una vez concretado el reparto, cada comisión dispone de cinco días para constituir internamente su Mesa Directiva presidente, vicepresidente y secretario, un paso que define definitivamente el ritmo de trabajo, las audiencias públicas y las prioridades de cada grupo. En sopas parlamentarias como la de Presupuesto o Economía, suele haber cesiones estratégicas: ceder la presidencia de una comisión menos medular a cambio de apoyos en dictámenes clave.

Lejos de resultar un obstáculo, la fragmentación refuerza la necesidad de diálogo: obliga a construir consensos y a tejer alianzas temporales en cada tema, generando un Congreso que, a pesar de su complejidad, se muestra funcional. Los bloques pequeños, aún frágiles, han dejado claro que pueden ser decisivos; y los grandes, conscientes de no tener el monopolio del poder, buscan cuidar cada voto.

En definitiva, el Congreso de agosto de 2025 es la expresión de una pluralidad que, lejos de paralizar, pone a prueba la capacidad de los partidos para negociar, adaptarse y acordar. El trabajo legislativo encuentra en las presidencias de comisión un espacio de poder tangible, y hoy más que nunca, gobernar en el Parlamento peruano significa saber unir voluntades diversas en torno a un mismo objetivo.