Editorial

Vaso de Leche: la inacción que golpea a los más vulnerables

El reciente informe de la Contraloría General de la República ha puesto en evidencia una realidad que indigna: 127 municipalidades de 18 regiones del país no ejecutaron, durante el primer semestre del 2025, el presupuesto asignado al Programa del Vaso de Leche. En otras palabras, miles de niños, madres gestantes, personas con discapacidad y adultos mayores dejaron de recibir una ayuda básica a la que tienen derecho, no por falta de recursos, sino por negligencia e indiferencia de sus autoridades locales.

El caso es grave por dos motivos. Primero, porque se trata de un programa emblemático de apoyo social que busca combatir la desnutrición y garantizar una mínima seguridad alimentaria en los sectores más pobres. Segundo, porque las municipalidades no solo dejaron de gastar más de S/ 15 millones 600 mil destinados a este fin, sino que tampoco cumplieron con remitir a la Contraloría los informes de ingresos, gastos y distribución de las raciones. Es decir, la inacción está acompañada de opacidad.

La excusa de la burocracia o de la falta de capacidad de gestión no justifica que se condene a la niñez y a los más vulnerables a la desatención. Cuando hablamos del Vaso de Leche hablamos de un alimento diario que, aunque modesto, puede marcar la diferencia en la salud y el desarrollo de miles de peruanos en condición de pobreza. Negar esa ración equivale a perpetuar la desigualdad y a normalizar la indiferencia.

Si bien la notificación de la Contraloría ha logrado que 51 municipios comiencen a ejecutar el presupuesto, todavía 76 siguen sin mover un sol. Esa cifra es una muestra alarmante de que muchos gobiernos locales asumen sus responsabilidades con una pasividad que raya en el abandono. Gobernar no es solo administrar recursos, sino garantizar derechos básicos.

La ciudadanía debe exigir respuestas concretas a sus alcaldes y concejos municipales. El Ministerio de Economía y Finanzas, junto con la Contraloría, deben reforzar el seguimiento y aplicar sanciones ejemplares a las autoridades que incumplan sus funciones. De lo contrario, cada año volveremos a escuchar la misma historia: fondos destinados a los más pobres que nunca llegan a sus destinatarios.

El Vaso de Leche no es un favor ni un regalo político; es un derecho social y, como tal, debe cumplirse. La inacción de las municipalidades no solo refleja incapacidad de gestión, sino también una peligrosa falta de sensibilidad frente al hambre y la vulnerabilidad. No podemos permitir que los recursos públicos se conviertan en cifras inmóviles en un portal de transparencia, mientras la niñez sigue esperando un vaso de leche que nunca llega.