Editorial

Chimbote, el aeropuerto y el desafío de ser un polo turístico

El anuncio de que los estudios de preinversión del Aeropuerto Teniente FAP Jaime Montreuil Morales avanzan es, sin duda, una gran noticia para Chimbote y para toda la región Áncash. Esta obra de envergadura promete modernizar la conectividad aérea y acercar a la ciudad a nuevas oportunidades de inversión. Sin embargo, debemos ser claros: un aeropuerto, por sí solo, no genera desarrollo. Si no existe una estrategia para aprovechar su potencial, podría convertirse en una infraestructura subutilizada.

Por eso, este es el momento de pensar en grande. Chimbote no puede quedarse de brazos cruzados esperando que las obras avancen. La Municipalidad Provincial del Santa debe asumir el liderazgo y convocar a todos los actores relevantes empresarios, universidades, gremios de turismo y sociedad civil para elaborar un plan maestro que convierta a nuestra ciudad en un destino atractivo.

La tarea no es imposible. Nuestra provincia tiene un patrimonio cultural y natural valioso que, bien articulado, puede convertirse en un circuito turístico competitivo. Ese circuito debe iniciar con las majestuosas ruinas de Pañamarca en Nepeña, continuar con las ruinas de San Pedro, el emblemático Castillo de Chimbote, y culminar en la Isla Blanca, que podría transformarse en el gran polo de atracción turística de la región. Pero para lograr esto, se necesita un paso clave: la descontaminación de la bahía. La puesta en marcha de la PTAR (Planta de Tratamiento de Aguas Residuales) es indispensable para devolverle a la ciudad un litoral limpio y apto para el turismo y la recreación.

Además, es necesario mejorar la infraestructura urbana, ordenar el transporte, garantizar la seguridad ciudadana y embellecer los espacios públicos. Un turista no solo viene por un sitio arqueológico o una playa, también busca una ciudad amable, con buena gastronomía, alojamiento de calidad y experiencias seguras. Chimbote debe trabajar en su identidad, en recuperar el orgullo de ciudad, en promover ferias gastronómicas, festivales culturales y actividades que pongan en valor nuestra historia y nuestra gente.

El aeropuerto es la puerta de entrada, pero lo que encontrará el visitante al aterrizar será lo que determine si regresa o recomienda el destino. Este es el momento de invertir en capacitación para emprendedores turísticos, de fomentar alianzas público-privadas para crear rutas, señalética, centros de información y circuitos guiados.

El tiempo apremia. El lustro que resta para ver el aeropuerto en funcionamiento se irá más rápido que un vuelo. Si no empezamos hoy a trabajar en esta visión de ciudad, habremos perdido una oportunidad histórica. Chimbote tiene en sus manos la posibilidad de transformarse en un polo turístico y económico. La pregunta es si tendremos la decisión y el liderazgo para despegar.

Solo para referirnos a nuestra provincia,  porque no debemos olvidar que tenemos muy cerca  a Casma con todos los atractivos que tiene y que tranquilamente puede hacer más grande ese circuito turístico de la Sub Región El Pacífico.