La reciente aprobación por insistencia de la Ley Marco de las Zonas Económicas Especiales Privadas (ZEEP) en el Congreso de la República ha despertado legítimas expectativas en el sector productivo y exportador del país. Se trata de un instrumento que, bien implementado, puede convertirse en un motor de desarrollo productivo, industrialización y generación de empleo formal, en un contexto en que el Perú necesita dinamizar su economía y reducir las alarmantes cifras de informalidad laboral que superan el 70%.
La Asociación de Exportadores (ADEX), presidida por César Tello Ramírez, ha saludado la promulgación de la ley y ha puesto sobre la mesa un pedido crucial: que en la elaboración del reglamento que se espera para fines de este año se convoque a los representantes del sector empresarial. No se trata de un formalismo, sino de una condición necesaria para que el reglamento recoja las necesidades reales de quienes impulsarán las inversiones. El éxito de las ZEEP dependerá de que estas se conviertan en polos de competitividad y no en simples espacios de beneficios tributarios desconectados de la realidad productiva.
La experiencia internacional ofrece lecciones valiosas. Países como Costa Rica, El Salvador, Uruguay y República Dominicana han logrado que sus zonas económicas especiales contribuyan entre el 3.5% y el 12% del Producto Bruto Interno. Además de los incentivos fiscales, han garantizado infraestructura logística, servicios públicos eficientes y seguridad jurídica. El Perú no puede quedarse atrás. Las ZEEP deben articularse a las cadenas globales de valor y promover la innovación, transferencia de tecnología y formación de capital humano especializado.
No obstante, para que las ZEEP sean exitosas es necesario evitar errores del pasado. Algunas experiencias en el país mostraron que los beneficios tributarios, si no se acompañan de exigencias de desempeño y de un marco de fiscalización sólido, pueden convertirse en espacios de evasión o en privilegios para unos pocos. El diseño de estas zonas debe garantizar competencia leal, transparencia en su adjudicación y reglas claras para la instalación y operación de empresas.
Otro aspecto crucial es la integración territorial. Las ZEEP deben convertirse en plataformas que generen encadenamientos productivos con las economías locales y las pequeñas y medianas empresas, para que el beneficio sea compartido y no se limite a empresas extranjeras o grandes conglomerados. Asimismo, deben ser vistas como una oportunidad para descentralizar la economía y promover desarrollo en regiones fuera de Lima, llevando inversión a la sierra y la selva donde la falta de empleo formal es más aguda.
En suma, la ley de Zonas Económicas Especiales Privadas es una oportunidad para que el Perú dé un salto hacia una economía más diversificada, competitiva y formal. La participación del sector empresarial en la reglamentación será clave para asegurar que este modelo no se quede en el papel, sino que se traduzca en empleos de calidad y en un impulso real a las exportaciones. El reto está en que el Estado y el sector privado trabajen de la mano para que esta herramienta se convierta en un verdadero motor de desarrollo.