El problema de la limpieza pública en Chimbote y la provincia del Santa se ha convertido en un tema que agobia a la ciudadanía. Basta recorrer las calles de cualquier sector de la ciudad para encontrar cúmulos de basura en esquinas, desperdicios en las avenidas y bolsas que permanecen días enteros sin ser recogidas. Esta situación no solo afecta la estética urbana, sino que compromete la salud pública, generando focos de contaminación y proliferación de plagas que ponen en riesgo a la población.
En este contexto, la reciente noticia de que la Municipalidad Provincial del Santa adquirirá 21 compactadores de basura mediante la modalidad de Obras por Impuestos representa un rayo de esperanza. Según ha informado el gerente municipal, este ambicioso proyecto incluye, además de los vehículos, una serie de equipos complementarios y la construcción de un relleno sanitario, con una inversión estimada de entre 50 y 60 millones de soles. De concretarse, sería el esfuerzo más importante en décadas para darle a la ciudad un sistema de limpieza moderno y eficiente.
Pero la pregunta que surge de inmediato es inevitable: ¿serán suficientes 21 compactadores para resolver el problema? Chimbote es una ciudad con una población que supera los 400 mil habitantes y que genera toneladas de residuos a diario. Actualmente, el parque automotor de limpieza es insuficiente, obsoleto y en algunos casos inoperativo. Si bien 21 unidades nuevas significan un salto de calidad y permitirán cubrir más rutas incluso zonas de difícil acceso como San Pedro o el valle, el éxito de esta inversión dependerá de otros factores igualmente importantes.
Por ejemplo, se requiere una adecuada planificación de rutas, horarios y frecuencias de recolección para evitar que algunos sectores queden desatendidos. También es indispensable garantizar el mantenimiento preventivo de los compactadores para evitar que en pocos años vuelvan a estar fuera de servicio. Otro aspecto fundamental es la educación ciudadana: de nada servirá contar con nuevos equipos si la población no colabora respetando los horarios de recolección, segregando los residuos y evitando arrojar basura en espacios públicos.
El proyecto de relleno sanitario es otro componente crucial. Sin un destino final técnicamente adecuado, el esfuerzo se quedaría a medio camino y seguiríamos acumulando basura en botaderos informales que contaminan el aire, el suelo y el agua.
Por lo tanto, los 21 compactadores son un paso en la dirección correcta, pero no constituyen la solución total por sí mismos. Deben ir acompañados de gestión, planificación y compromiso tanto de la municipalidad como de la ciudadanía. Si esta inversión se ejecuta de manera transparente y eficiente, Chimbote podría finalmente dejar atrás la imagen de ciudad sucia que tanto la ha marcado y avanzar hacia un modelo de limpieza pública digno de una provincia en crecimiento.