En múltiples oportunidades hemos opinado sobre las deficiencias estructurales del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). No es novedad que este sector, tan estratégico para el desarrollo del país, se haya convertido en un paquidermo burocrático que avanza con lentitud y tropieza constantemente con la ineficiencia, la corrupción y la falta de planificación. Ahora, el ministro César Sandoval anuncia con entusiasmo que el tren rápido que unirá Tumbes con Tacna “es un hecho”, afirmando que una empresa coreana se encargará de los estudios de prefactibilidad. Suena alentador, pero el país ya ha escuchado promesas parecidas antes, y por eso cabe una dosis de prudencia.
El anuncio del MTC despierta, sin duda, una esperanza: un ferrocarril de alta velocidad que conecte toda la costa peruana sería un salto histórico en materia de integración y desarrollo. Unir de manera eficiente a las regiones costeras, desde Tumbes hasta Tacna, significaría dinamizar el comercio, potenciar el turismo, descentralizar la economía y reducir tiempos y costos logísticos. Pero también debe decirse que este tipo de megaproyectos exige planificación seria, transparencia y sostenibilidad. De lo contrario, terminan convertidos en elefantes blancos o en simples titulares políticos sin ejecución real.
Lo primero que debe exigirse al MTC es claridad. El ministro ha mencionado que el estudio de prefactibilidad definirá costos, plazos y condiciones técnicas, pero no ha explicado cómo se financiará la obra, qué participación tendrá el Estado ni qué modelo de concesión se aplicará. Sin estos elementos, el anuncio queda en el terreno de la intención. Además, es necesario recordar que otros proyectos ferroviarios como el tren de cercanías Lima-Ica o el propio tren de la costa han quedado estancados en la etapa de estudios durante años.
Desde nuestra perspectiva local, este anuncio también nos involucra directamente. Si el tren rápido va a recorrer toda la costa peruana, Chimbote debería ser una estación natural en su trayecto. La posibilidad de integrarnos a una red moderna de transporte no es un simple detalle geográfico: podría significar un impulso enorme para la industria, el turismo y el comercio regional. Pero para ello necesitamos conocer los planes concretos, los trazos del proyecto y los beneficios reales que traerá a nuestra ciudad.
El país no necesita más cortinas de humo ni anuncios grandilocuentes. Necesita proyectos viables, sustentados en estudios técnicos y con un horizonte de ejecución realista. Si el tren Tumbes–Tacna va a convertirse en una obra emblemática, debe hacerlo sobre la base de la transparencia y la eficiencia, no del marketing político.
Por ahora, el tren rápido sigue siendo una promesa sobre rieles imaginarios. Ojalá esta vez el MTC demuestre que puede dejar de ser un paquidermo y convertirse, por fin, en el motor del desarrollo que el Perú necesita.
No debemos de olvidar que la carretera panamericana norte que si bien esta concesionada, pasa por nuestra ciudad y todas las de la costa, lamentablemente ningún gobierno local como el nuestro puede hacer alguna reparación si antes no firma un convenio con el MTC. Ese es un trámite burocrático de nunca acabar e incluso ahora que tenemos la vía de Evitamiento cuyo parto de nacimiento duró más una década, seguimos igual. Nadie sabe hasta cuándo.