Editorial

El Polvorín: Una lección que no debe repetirse

El estadio El Polvorín, ubicado en el asentamiento humano Señor de los Milagros, debió ser un símbolo de progreso deportivo y de integración para la comunidad deportiva local. Sin embargo, como tantas obras públicas en nuestro país, se ha convertido en un ejemplo de ineficiencia y mala gestión contractual. Lo que debió concluirse en enero del 2024, permanece inconcluso y abandonado, con menos del 50 % de avance físico, pese a los más de 14 millones de soles comprometidos en su ejecución.

El alcalde provincial, Felipe Mantilla González, ha anunciado que el saldo de la obra será licitado antes de fin de año, lo que permitiría que los trabajos se reinicien a comienzos del 2026. Es, sin duda, una buena noticia para los pobladores que ven con frustración cómo el estadio permanece a medio construir, expuesto al deterioro del tiempo y al olvido de las autoridades. Sin embargo, este anuncio también debe ir acompañado de una advertencia clara: no se puede repetir la historia.

El Consorcio Señor del Milagro, integrado por las empresas Afena Contratistas Generales E.I.R.L. e Ingeniería y Servicios Generales Karime E.I.R.L., no cumplió con los plazos ni con el avance físico comprometido. En julio del 2024, la obra apenas alcanzaba el 39 %, cuando debió estar por encima del 60 %. La municipalidad se vio obligada a resolver el contrato en noviembre del mismo año, ante el evidente incumplimiento. Este tipo de situaciones no solo retrasa el desarrollo de la infraestructura local, sino que también genera desconfianza ciudadana y un daño patrimonial que pocas veces se recupera.

El problema no radica únicamente en las empresas que incumplen, sino también en los mecanismos de control y supervisión de las entidades públicas. Muchas veces, los consorcios contratistas participan simultáneamente en diversas obras en distintas jurisdicciones, utilizando los mismos recursos logísticos y financieros, lo que termina afectando la calidad y el cumplimiento en alguna de ellas. Es imperativo que la Municipalidad Provincial del Santa, en coordinación con la Contraloría, revise con rigor los antecedentes técnicos, financieros y de cumplimiento de las empresas que postulen a esta nueva licitación. No se trata solo de adjudicar rápido, sino de garantizar que el contratista que asuma el saldo de la obra tenga la solvencia y capacidad necesarias para culminarla en los plazos establecidos.

El estadio El Polvorín no puede seguir siendo un monumento a la ineficiencia. Debe convertirse, por el contrario, en una oportunidad para demostrar que se puede corregir el rumbo y que las autoridades locales pueden actuar con responsabilidad y firmeza. La comunidad deportiva local merece ver concluida una obra que no solo impulsará el deporte, sino también la integración y el desarrollo social de un sector históricamente olvidado.

Esta infraestructura deportiva no solo tiene un campo de fútbol sino también una pista atlética y definitivamente servirá para que los amantes del deporte base tengan una alternativa más además del estadio Centenario para su práctica deportiva.

Que esta nueva licitación no repita los errores del pasado. Que el caso del Polvorín sea, de una vez por todas, la lección que marque un antes y un después en la gestión de las obras públicas en Chimbote.