Opinión

Ya basta de hablar a media Voz

Por: Fernando Zambrano Ortiz

Analista Político

Hay momentos en la historia de un país en los que el silencio deja de ser prudencia… y se convierte en complicidad. Hoy el Perú está viviendo uno de esos momentos.

En las últimas semanas hemos visto cómo vuelven a aparecer, en medio de marchas y movilizaciones, grupos radicales que no tienen como objetivo mejorar el país, sino desestabilizarlo. Esto no es nuevo. Ya los conocemos. Son los mismos que en los años 80 y 90 sembraron terror, atacaron autoridades, asesinaron inocentes y desangraron al país.

Sí, estaban ahí. No todos, pero suficientes para recordarnos que no han desaparecido. Han aprendido a moverse distinto. Hoy ya no se esconden en las montañas, se camuflan entre manifestantes, se presentan como activistas, artistas o políticos alternativos. Hablan de libertad, pero lo que promueven es odio, ruptura y violencia.

Lo más grave es que muchos jóvenes con justas frustraciones y ganas de un país mejor son manipulados por estos grupos que saben explotar el descontento. Los azuzan, los llenan de discursos incendiarios, les ofrecen un enemigo común y les hacen creer que destruir instituciones es sinónimo de justicia.

Pero no lo es. La historia ya nos enseñó lo que ocurre cuando confundimos rebeldía con violencia, y protesta legítima con odio ideológico. Los que vivimos aquellos años no podemos olvidarlo: fueron tiempos de miedo, de calles vacías, de sirenas en la madrugada, de familias destrozadas.

Y, sin embargo, hoy muchos callan. Algunos por miedo a ser señalados. Otros porque creen que hablar con firmeza es sinónimo de intolerancia. Pero no podemos seguir hablando a media voz cuando está en juego la democracia. Defender el orden democrático no es de derecha ni de izquierda: es una responsabilidad con el país, con nuestros hijos y con la memoria de quienes dieron la vida para recuperar la paz.

Es legítimo protestar, es saludable exigir cambios, es necesario que la juventud levante su voz. Pero es inaceptable que grupos violentistas usen esa voz para destruir lo que tanto costó construir. Y más inaceptable aún es que quienes tienen poder político o influencia mediática miren a otro lado, cuando deberían asumir un rol firme y claro.

La democracia no se defiende con discursos tibios. Se defiende con convicción, con memoria y con coraje. Porque si hoy no levantamos la voz, mañana otros hablarán por nosotros… y no siempre serán los que quieren un país libre.

Ya basta de hablar a media voz. Es hora de llamar las cosas por su nombre y defender el Perú con claridad y firmeza.