Sin duda, una de las etapas más oscuras en la historia del Gobierno Regional de Áncash se vivió durante las gestiones de César Álvarez Aguilar, símbolo de una administración fallida, corrupta y destructiva. De ese periodo proviene una de las obras más emblemáticas del despilfarro y la improvisación: el Coliseo Cerrado del Parque Metropolitano, conocido como Gran Chavín.
Cuando estallaron los escándalos que marcaron el final del gobierno de Álvarez, el proyecto quedó abandonado. La realidad fue lapidaria: se había construido sobre una zona pantanosa, sin pilotes y con un expediente técnico deficiente. Lo que se levantó no tenía valor estructural ni moral. Aquí, en estas páginas, lo denominamos en su momento “el monumento a la corrupción”, y hoy, más de doce años después, ese esqueleto de cemento sigue siendo un recordatorio visible de la década perdida que hundió a nuestra región.
Durante años hubo intentos de reactivarlo, pero todos quedaron en palabras. La desidia, el miedo a enfrentar responsabilidades y la falta de decisión política impidieron avanzar. Sin embargo, ahora surge una oportunidad real: el Decreto Supremo N.º 072-2025-EF, que promueve la reactivación de obras paralizadas, ha permitido destrabar este proyecto. El Gobierno Regional ha tomado la decisión política y ha anunciado la ejecución del Saldo de Obra del Coliseo Cerrado Gran Chavín, con una inversión superior a los 84 millones de soles, y cuyo proceso ya está registrado en la OECE bajo el CUI 2115456, próximo a ser licitado.
Es, sin duda, una buena noticia. Quienes fuimos testigos de cómo empezó, cómo fue abandonado y cómo se deterioró con el paso de los años, no podemos sino alegrarnos al saber que, por fin, se retomará el proyecto con una base legal sólida y la voluntad política que tanto faltó.
Dos gestiones regionales completas pasaron sin mover un solo dedo, sin planificación, sin decisión, sin visión. Hoy, con un marco normativo que impulsa la reactivación y una administración que parece dispuesta a actuar, se abre la posibilidad de corregir un error histórico y concretar la infraestructura deportiva que Chimbote necesita y merece.
La gran lección que deja esta historia es clara: la corrupción no solo roba dinero, roba décadas enteras de desarrollo. Lo que ocurrió durante aquella gestión nefasta debe servir como advertencia para no repetir los mismos errores al elegir a nuestras autoridades.
La década perdida de Álvarez debe convertirse en una década de aprendizaje. Si algo nos deja la recuperación del Coliseo Cerrado Gran Chavín, es la esperanza de que las heridas del pasado pueden sanar cuando hay decisión y transparencia. Pero también la advertencia firme de que la corrupción siempre pasa factura, aunque tarde, pero inexorablemente.
Finalmente, esta gestión esta demostrando que toma decisiones políticas para curar esas heridas del pasado, le falta aun lo del Coliseo Cerrado de Coishco que ejecutó la Sub Región Pacifico durante esta gestión de la década perdida, que aquí comentamos. Se debe reactivar y mediante el saldo de obra respectivo volver la vida a esa hoy abandonada infraestructura deportiva.

