Opinión

Petroperú y Tía María: señales de un país que quiere avanzar

Por: Fernando Zambrano Ortiz

Analista Político

En los últimos días se han tomado dos decisiones que, aunque muy distintas entre sí, tienen algo en común: pueden marcar el inicio de un cambio importante en el país.

La primera es la decisión del Gobierno de ponerle freno a la crisis interminable de Petroperú. Durante años, esta empresa estatal ha sobrevivido no por su eficiencia, sino por el dinero de todos los peruanos. Cada sol que se ha usado para sostenerla es un sol que se ha dejado de invertir en salud, educación, seguridad o infraestructura.

Por eso, la decisión de no seguir dilapidando recursos públicos en una empresa que no se sostiene sola merece un reconocimiento. No es fácil cortar una inercia de décadas, pero es un paso necesario. En tiempos en que hay tantas prioridades urgentes, seguir manteniendo una empresa improductiva no es justo ni responsable.

La segunda decisión es una buena noticia largamente esperada: después de muchos años, el Estado ha autorizado el inicio de las actividades del Proyecto Tía María, impulsado por Southern Copper Corporation. Este proyecto representa inversión, empleo y desarrollo para miles de familias. No hablamos de cifras frías: hablamos de jóvenes que podrán tener trabajo, de más oportunidades para pequeños negocios, de más recursos para la región y el país.

Por supuesto, esto no significa ignorar las preocupaciones de las comunidades locales. Al contrario: el desarrollo sostenible solo es posible si va acompañado de diálogo, respeto y transparencia. Pero también es cierto que no podemos seguir dejando pasar oportunidades por miedos alentados desde la política o el conflicto permanente.

En resumen, cerrar la hemorragia de Petroperú y dar luz verde a Tía María son señales de que el país puede tomar decisiones valientes y necesarias. No se trata de ideología: se trata de sentido común.

Si queremos avanzar, tenemos que dejar de gastar en lo que no funciona y apostar por lo que genera oportunidades reales. El Perú no puede seguir viviendo de discursos; necesita resultados.