El Gobierno Central ha dado un paso necesario y urgente: la transferencia de más de 317 millones de soles a favor de la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN) para continuar con las obras de defensa ribereña en diversos ríos del país. De este monto, 83 millones 731 mil soles están destinados al río Lacramarca, en la provincia del Santa, según el Decreto Supremo N.º 249-2025-EF, publicado el fin de semana en El Peruano.
La noticia es importante para Áncash porque estas obras de protección son vitales para la seguridad de miles de familias, especialmente en los valles agrícolas y zonas urbanas que cada año enfrentan el riesgo de inundaciones. En nuestra región, los proyectos que ANIN ejecuta en los ríos Lacramarca, Casma, Sechín, Grande y Huarmey constituyen una inversión que supera los 600 millones de soles, con avances significativos pero también con retrasos que han generado preocupación.
Según el portal Invierte.pe, el proyecto del río Lacramarca presenta un avance físico del 85.25%, con algunos subpaquetes prácticamente terminados. Sin embargo, las paralizaciones temporales y la lentitud en la ejecución habían encendido las alarmas de las autoridades locales y de la población. No es casualidad que en las últimas semanas se hayan registrado protestas y reclamos en Casma y Huarmey, donde los vecinos exigían la reactivación inmediata de las obras. Esas manifestaciones tuvieron eco, y el Gobierno, a través del Ministerio de Economía y Finanzas, finalmente respondió.
Pero ahora que los recursos han sido asignados, corresponde pasar de los anuncios a los hechos. La ANIN y sus contratistas tienen la obligación de trabajar con celeridad, eficiencia y, sobre todo, transparencia. No hay excusa para nuevas suspensiones ni para demoras administrativas que siempre terminan castigando a los más vulnerables. El verano está a la vuelta de la esquina, y con él llegarán las lluvias que tantas veces han desbordado los ríos, arrasando cultivos, viviendas e infraestructura pública.
La prevención no puede seguir siendo un discurso vacío. Cada sol invertido debe traducirse en muros de contención firmes, diques reforzados y cauces estabilizados. La gestión pública tiene que dejar atrás la improvisación y asumir, de una vez por todas, una visión de planificación y continuidad. No podemos permitir que las obras queden a medio camino por falta de seguimiento o porque los cambios de autoridades traen consigo la eterna parálisis de los proyectos.
Huarmey, Casma y Chimbote saben muy bien lo que es sufrir las consecuencias del abandono estatal y la falta de previsión. Hoy hay recursos, y por tanto, no hay excusas. Lo que corresponde es trabajar sin descanso, día y noche si es necesario. Porque cada metro de defensa ribereña que se construya a tiempo será una familia menos afectada y un valle menos devastado.
Los recursos ya están. Ahora que trabajen.

