Por: Lic. Maximo E. Contreras Valerio
De nuevo está tomando protagonismo el diálogo social, como un enfoque útil para afrontar los graves problemas derivados de la globalización de la economía y se analizan sus distintos componentes, con un objetivo metodológico de capacitación para el diálogo, pues se ha identificado últimamente como un medio para afirmar y consolidar el proceso y contenido de la negociación en el ámbito social y político. Foros mundiales de distinta índole, tanto de los países industrializados, como los foros sociales paralelos, pretenden alcanzar acuerdos, para lograr no solo la justicia social en el mundo, sino la disminución de la pobreza y el hambre, mediante acuerdos globales concertados. El diálogo social es, a la vez, un medio y un fin. Es un medio, porque es un mecanismo que permite y obliga a todos los actores sociales a tomar posición frente a los temas centrales del país. Es un fin, porque la mayor participación es, quizá, el instrumento más idóneo para asegurar una mayor equidad en la distribución de los beneficios que se generan como resultado del proceso del diálogo. Existe bastante cercanía entre el diálogo social y el diálogo político, pero son dos ámbitos diferentes. Los conflictos se pueden resolver de una manera no confrontacional. Con ello, se establece un estilo y se profundizan los principios democráticos, pero sin remplazar a los órganos que tienen responsabilidad principal de dirigir los conflictos políticos.
El diálogo social está apoyado sobre la idea de que, en determinados casos, para una sociedad es más beneficioso que el Estado abandone su estatus de superioridad sobre las organizaciones de la sociedad, para comportarse como un actor social más, en el mismo nivel que el resto, con el fin de negociar y alcanzar un consenso compartido entre los diferentes actores sociales, incluido el Estado. De este modo los actores sociales y el propio Estado quedan obligados, no por una ley del Estado sino por un pacto social. El diálogo social es el mecanismo básico de la llamada democracia participativa. Esta última concibe la democracia como un mecanismo de participación directa de las diversas organizaciones de la sociedad en la toma de decisiones, mediante mecanismos de diálogo social y consenso. Para implementar esta participación los países u organizaciones que han incorporado principios de democracia participativa, organizan consejos participativos, en los que actúan los diversos grupos de interés, intercambiando información y estableciendo acuerdos concertados.
En lo que hace al desarrollo, en general se trata del diálogo social del pueblo en la selección de su propio estilo de vida individual y colectiva y, en particular, el diálogo social en la formulación de decisiones, en la aplicación de los programas de desarrollo y en la obtención de beneficios. El diálogo social entonces resulta ser tanto un medio como un fin, según sea el nivel en que se la analice. Si de la estrategia política se trata, es indiscutiblemente un medio, toda vez que posibilita a una sociedad devenir en comunidad, mediante la interacción de sus miembros. La idea de diálogo social no puede quedar en lo meramente utilitario, como una suerte de materia prima, sin respetar las exigencias de una auténtica participación humana, natural de toda la sociedad política, y por ello capaz de suscitar las virtudes propias de una real colaboración en la gestión de la cosa pública. Examinado desde el punto de vista de la teoría política, el diálogo social es un fin, es uno de los atributos que caracteriza al bien común, máximo objetivo que debe buscar toda sociedad política; cada población concreta, mediante la intervención activa, dinámica y creadora de sus miembros, que posibilita un hacer permanente y constante en función del bien colectivo.
Como práctica, el diálogo social, tiene evidentes connotaciones políticas, económicas, sociales y éticas, pues garantiza la gobernabilidad con políticas económicas que requieren sacrificios y postergan aspiraciones y reivindicaciones; permiten la identificación de equilibrios apropiados entre sectores intrasectoriales movilizando su apoyo al logro de los objetivos del pacto, fortaleciendo sentimientos de solidaridad y de interdependencia, incluso respecto de sectores no participantes cuyos intereses, también, son considerados y atendidos. (ALDIS).

