El avance hacia la temporada de verano trae consigo un enemigo que cada año pone en jaque a nuestro sistema sanitario: el dengue. No es un problema nuevo, pero sí uno que exige constancia, disciplina y decisiones firmes. En ese contexto, la labor que viene ejecutando la Red de Salud Pacífico Sur en Nuevo Chimbote —especialmente a través del Centro de Salud Yugoslavia— debe entenderse como un esfuerzo indispensable para prevenir un escenario que ya conocemos demasiado bien.
Durante noviembre, las brigadas de salud han logrado intervenir 9 mil viviendas en controles larvarios. Esta cifra, que no debería pasar desapercibida, refleja el compromiso del personal sanitario que recorre calles, toca puertas y revisa depósitos de agua con el único fin de evitar que el mosquito encuentre espacio para reproducirse. La prevención es, sin discusión, la batalla más importante en la lucha contra el dengue. Y es también la más difícil, porque requiere la colaboración activa de toda la comunidad.
Pero esta tarea no debe quedarse solo en las zonas urbanas. Las intervenciones deben extenderse —como ya está programado— hacia las zonas periféricas y rurales, donde la vulnerabilidad es mayor y donde, en muchas ocasiones, los brotes encuentran condiciones propicias para expandirse con rapidez. La experiencia nos recuerda que, cuando el dengue golpea, lo hace con fuerza, saturando los servicios de salud y poniendo en riesgo vidas que pudieron salvarse con medidas preventivas oportunas.
Aquí surge una reflexión ineludible: la prevención no es únicamente responsabilidad de las redes de salud, por más eficientes que estas sean. La ciudadanía debe entender que mantener sus viviendas libres de criaderos no es una recomendación, sino una obligación colectiva. Un pequeño depósito con agua estancada puede convertirse en el origen de un brote devastador. La lucha contra el dengue es, en esencia, un compromiso de todos.
De cara al verano, no podemos permitirnos la complacencia. Autoridades, instituciones y vecinos deben asumir que la vigilancia permanente, el control larvario y la sensibilización son las únicas armas reales para anticiparnos al virus. Las acciones emprendidas son correctas, pero deben intensificarse, fortalecerse y acompañarse de campañas de comunicación que generen conciencia en cada barrio, cada vivienda y cada familia.
Si algo nos ha enseñado la historia sanitaria reciente es que la improvisación siempre se paga caro. Por ello, resulta indispensable sostener, supervisar y ampliar las intervenciones actuales. El dengue no espera, no avisa y no perdona el descuido. Actuar hoy, con decisión y disciplina, es la única garantía para evitar los brotes que tanto daño han causado en el pasado.
El verano está a la vuelta de la esquina; que no nos encuentre desprevenidos.
CLAUSURA DE COLEGIO
La Municipalidad Provincial del Santa ha acertado al multar, primero y clausurar, después el colegio Marcos Libardoni que funciona en la cuadra cinco de la avenida Pardo porque no tiene el local idóneo para el funcionamiento de un establecimiento escolar con presencia de alumnos.
Las intervenciones de los inspectores de la comuna han dejado al descubierto como funciona estos colegios que se ubican en edificios donde no hay facilidades de ningún tipo para los alumnos.
Ahora la autoridad edil ha procedido a clausurar el establecimiento porque no con cuenta con las instalaciones adecuadas para su funcionamiento, porque no solo se trata de servicios higiénicos sino también de aulas y los espacios donde puedan recrearse.
No tienen el Certificado de Inspección Técnica de Seguridad y Edificaciones y porque no cuenta con garantías para operar como centro educativo, por lo tanto, la dependencia municipal respectiva opto por la clausura de dicho colegio.

