Por: Fernando Valdivia Correa.
Desencajar o sacar de quicio algo, es la definición que nos da la Real Academia de la Lengua española al concepto de DESQUICIADO. En nuestro enrevesado ambiente político significaría ser intolerante, exasperante, o que pierde la compostura fácilmente. Ni bien asumió como titular del Ministerio Público, Delia Espinoza se dedicó exclusivamente a denunciar a quien no comulgase con sus opiniones. Empezando por la hoy exmandataria Dina Boluarte con hasta 40 carpetas fiscales, varias de ellas remitidas al Congreso, siendo posteriormente todas archivadas en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales. También lo hizo contra el propio Parlamento, denunciando a 11 legisladores, acusándolos de negociación incompatible al promover una ley que les permitía cobrar en simultáneo pensión y remuneración estatal. Algo así como un supuesto conflicto de intereses, cuando es bien sabido que nuestros “padres de la patria” no son responsables por los votos que emitan en el ejercicio del cargo. O, cuando solicitó a la Corte Suprema que Fuerza Popular sea declarado ilegal por presunta conducta antidemocrática. Surrealista, conociendo de antemano que esta organización política participará en la contienda electoral de abril próximo.
En adición, se enfrentó a la Junta Nacional de Justicia, desacatando la orden de reponer a Patricia Benavides como Fiscal Suprema. Ante la renuencia, la Junta le abrió proceso disciplinario, suspendiéndola por seis meses, encontrándose de “mera casualidad” con el juez Juan Torres, quién le acogió su medida cautelar instruyendo que la restituyan en el puesto. Pero, la JNJ le dijo no. Entonces, Delia literalmente cargo contra los miembros de este organismo, amenazándolos con encarcelarlos.
Sin embargo, como el bondadoso a quo Torres Tasso se demoraba en reiterar su requerimiento, Espinoza lo acusó de coludirse con la Junta, aseverando que lo denunciará. Y, sobre este punto, desconociendo groseramente la independencia e imparcialidad de la administración de justicia, reclamó airadamente la falta de pronunciamiento de Janet Tello, Titular del Poder Judicial.
En el transcurrir, le exigió notarialmente a Fernando Rospigliosi que se rectifique por haberla difamado. El Presidente del primer poder del Estado se negó, aduciendo que no la injurió. Así, Espinoza arremetió contra Rospigliosi, querellándolo. De inmediato, el Congresista la tildó de desquiciada.
Como epílogo, el Pleno, por mayoría calificada (71 votos), la inhabilitó del ejercicio de la función pública por diez años. Ni bien enterada, Delia anunció que presentará un proceso de amparo, agregando altisonante que “internamente en el Ministerio Público hay corruptos”.
Lo cierto es que resulta totalmente incomprensible el desmedido actuar de la destituida ex Fiscal de la Nación, pues en su afán personalista ha mellado la imagen lograda por décadas del Ministerio Público, otrora “guardián de la legalidad”.

