Editorial

Essalud: Cuando el colapso ya desborda las calles

La Municipalidad Provincial del Santa ha hecho pública, a través de una nota de prensa acompañada de fotografías, la imposición de una multa de 10,700 soles al Hospital III de Essalud por el vertimiento de aguas servidas en plena vía pública. El hecho, por sí solo, ya es un escándalo. Pero lo es aún más si se considera que se trata del hospital más importante para los asegurados de Chimbote y gran parte de la región, una institución que debería ser sinónimo de cuidado, salubridad y prevención, no de riesgo sanitario.

El Hospital III de Essalud no solo está colapsado en su atención diaria, como lo saben miles de pacientes que deben esperar meses por una cita o recibir atención en pasillos abarrotados de camillas. Ahora queda en evidencia que también su sistema de desagüe se encuentra en una situación crítica, al punto de permitir que aguas servidas y no de cualquier origen, sino de un hospital terminen discurriendo por una calle auxiliar de la Panamericana Norte. Esto no es un detalle menor: es una amenaza directa a la salud pública y al medio ambiente.

Lo más grave es el silencio. Hasta el cierre de esta edición no ha existido ningún pronunciamiento oficial por parte de Essalud. Sus autoridades, como ya es costumbre, evitan el contacto con la prensa y se limitan cuando conviene a emitir frías notas institucionales. En un tema tan delicado, ese mutismo solo incrementa la indignación ciudadana y confirma una preocupante falta de responsabilidad.

El Hospital III tiene cerca de 70 años de antigüedad. Su infraestructura data de otra época y, salvo reparaciones parciales tras el terremoto que lo dañó seriamente, nunca ha sido objeto de una remodelación integral. Las áreas críticas siguen funcionando en condiciones precarias, mientras la demanda de atención ha crecido de manera exponencial debido al aumento poblacional y al número de asegurados. El resultado es evidente: un hospital desbordado por dentro y, ahora, literalmente desbordado por fuera.

Durante años no existió una gestión seria que tomara decisiones estratégicas sobre el futuro de esta infraestructura. Recién hace una década se impulsó el proyecto del Hospital Especializado, que avanza a trompicones, mientras el Hospital III continúa operando en un estado cada vez más calamitoso. Pasillos saturados, pacientes hacinados y ahora desagües colapsados son el reflejo de una administración que ha sido incapaz de anticiparse a los problemas.

Este no es un desagüe cualquiera. Es el sistema de evacuación de residuos de un hospital, por lo tanto, su atención debió ser prioritaria e inmediata. Sin embargo, hasta entrada la tarde, no se conocía ninguna acción concreta ni de Essalud ni de la empresa de saneamiento, que, aunque no sea responsable directa del problema interno, no puede ser indiferente ante aguas servidas expuestas en la vía pública.

Se ha tocado fondo. En Essalud, lo que más falta es gestión pública eficiente. Los problemas se han acumulado durante años: citas postergadas, servicios saturados y ahora una falla sanitaria inadmisible. Este episodio debe marcar un punto de quiebre. Es momento de hacer cambios reales, de designar funcionarios idóneos, con conocimiento en administración hospitalaria y liderazgo, capaces de rescatar un nosocomio que no tiene por qué seguir hundiéndose en el colapso. Porque cuando un hospital falla de esta manera, no solo se multa una institución: se pone en riesgo a toda la ciudad.