Por: Víctor Andrés Ponce (*)
En una de las últimas ediciones del CADE Ejecutivo, Fernando Barrios, presidente de la Federación de Instituciones Privadas de la Educación Superior (FIPES), desarrolló una presentación en que se conocieron cifras realmente dramáticas sobre la relación entre los presupuestos de la educación y la situación de las brechas en infraestructuras. Por ejemplo, se señaló que en el 2014 la brecha en infraestructura educativa era del orden de los S/ 77,000 millones. En el 2024 la señalada brecha había aumentado a S/ 158,832 millones, no obstante que en los últimos 13 años el presupuesto de la educación se había triplicado de S/ 18,400 millones a S/ 48,900 millones.
El gasto en planilla en el sector educación igualmente se había triplicado; sin embargo, los avances en enseñanza – aprendizaje eran insignificantes y, pese a los recursos presentes, los colegios que tenían agua, luz y saneamiento cayeron del 39.2% a 29.4%. Por otro lado, únicamente el 39.5% de los colegios contaban con conexión a internet.
Los datos y cifras en la presentación de Barrios son escalofriantes. Considerando que de cada tres soles que se gastan en el Estado dos se ejecutan a través de los gobiernos regionales y municipales es incuestionable que el fracaso de la descentralización es una de las causas del derrumbe del sistema educativo en el país.
Solemos recordar para graficar el colapso de la regionalización que en el Plan Nacional de Competitividad del 2019 se estableció que los déficits en infraestructuras básicas agua, desagüe, escuelas, postas médicas y carreteras sumaban más de S/ 117,000 millones. Entre el 2019 y el 2023 se gastaron más de S/ 195,000 millones; es decir, 160% de la brecha acumulada. Sin embargo, los déficits siguieron creciendo. Por ejemplo, en agua y desagüe se ejecutó cerca del 80% de la brecha, pero el déficit aumentó en más de 1%. Asimismo, el 96% de los centros educativos y el 97% de las postas médicas estaban en estado precario; es decir, no contaban con los servicios básicos mínimos. Igualmente, el 85% de la red vial nacional no estaba pavimentada.
No se trata de entonces que solo en el sector educación se aumenta el presupuesto público y las brechas aumentan. Suceden en todos los sectores. Una explicación de esta situación está en que gran parte de los incrementos presupuestales se destinan a gasto corriente y a planillas. Sin embargo, el grueso de la explicación tiene que ver con el fracaso de la regionalización. Las obras construcciones de escuelas, por ejemplo en las regiones son contratadas con empresas vinculadas a los familiares y los amigos de las autoridades regionales, y las obras se ejecutan sobrevaloradas y sin criterios técnicos o de ingeniería mínimos. Los resultados que conocemos se explican por esta realidad: ineficiencia, irregularidades y también corrupción.
¿Qué hacer? El próximo gobierno a instalarse el 2026 debe centralizar la inversión pública nacional para producir un shock de inversiones en infraestructuras básicas. ¿Cómo se centraliza el proceso? Por ejemplo, los colegios en Puno, por la altitud y emplazamiento geográfico, demandan un tipo de construcción, una calidad de los materiales a emplearse y sistemas de servicios (agua, desagüe, electricidad) de acuerdo con la zona. Sobre esta base el modelo de colegio debería estandarizarse y si la región puneña carece de 5,000 colegios, entonces todas las demandas deberían empaquetar en un solo proyecto y licitarse internacionalmente, a través del gobierno central.
Algo de extrema gravedad está sucediendo con la inversión pública del Estado. Hay recursos suficientes para resolver el más de 50% de déficit de infraestructuras básicas que existen en Puno, Cajamarca, Ayacucho y otras regiones andinas y de la selva. Cuando la inversión pública sobre todo en educación se va por el caño, entonces, viene el antisistema que suele gobernar en las regiones y agita contra la economía de mercado y el sector privado, argumentando que la falta de servicios es consecuencia del modelo.

