Perú – Venezuela
Por: Iván Gómez León. – iegomezleon@gmail.com
En diciembre destinamos un momento especial para honrar la memoria del Libertador Simón Bolívar. Peruanos y venezolanos que así lo acostumbran han advertido que en las plazas Bolívar de Lima y Caracas ambas estatuas ecuestres tienen un parecido notable.
En este artículo lo explicamos al lector:
El 12 de febrero de 1825 el Congreso del Perú dispuso construir un monumento en homenaje a Simón Bolívar por haber alcanzado la independencia del país con el triunfo de Ayacucho, 9 de diciembre 1824, comandado por el general venezolano Antonio José de Sucre. El 8 de diciembre se colocó la primera piedra. En 1853 el Congreso encargó a Bartolomé Herrera, Ministro Plenipotenciario de Perú en Roma, convocar a concurso para la confección de la estatua y pedestal. El ganador fue Adamo Talodini, escultor italiano, quien elaboró el molde de yeso. El escultor alemán Muller, superintendente de la Fundición de Munich, se encargó de fundirla en bronce. El pedestal fue obra de Felipe Guacarini, artista romano. El monumento fue concluido en 1858 y llegó al Perú en 1859 por el puerto del Callao.
Descripción de la obra escultórica. Peso: Veintitrés toneladas. Dimensiones: Cuatro metros de altura. El personaje, montado en un brioso corcel que descansa sobre sus patas traseras. Bolívar viste con atuendo militar y una capa dorada. Otros accesorios: botas altas, charretera y faja. Tiene una espada envainada sobre su muslo izquierdo y sostiene su sombrero en el lado derecho del cuerpo. La expresión del rostro trasmite una sensación de serenidad y firmeza. La estatua es una de las más fieles y magníficamente realizada sobre el Libertador. El pedestal de mármol posee tres gradas: al lado derecho, un alto relieve representa la Batalla de Ayacucho; al lado izquierdo, otro alto relieve la Batalla de Junín. En la parte posterior, el Escudo del Perú; en la parte frontal, placa con la siguiente inscripción: A Simón Bolívar, Libertador. La Nación Peruana, Año de MDCCCLVIII (1858).
La plaza y alrededores donde quedó instalada la estatua están cargados de referencias de carácter histórico que nos remontan al siglo XVI. Antiguamente se llamó Plaza del Congreso o Plaza de la Inquisición, por ubicarse en sus cercanías el edificio del Congreso de la República y el local del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, transformados en la actualidad en Museo de la Inquisición y el Congreso.
A partir de entonces la señorial y virreinal ciudad capital de Lima cuenta con este sello distintivo, peculiar.
Para el caso venezolano los hechos transcurrieron así:
El 18 de noviembre de 1872 el gobierno de Guzmán Blanco decretó la erección de una estatua de bronce para honrar la memoria del Libertador Simón Bolívar en el espacio ocupado por la Plaza Mayor. Se contrató al escultor italiano Adamo Talodini (Bologna 1788- 1863) y fue fundida por segunda vez en Munich, en la Fundición Von Muller, partiendo del molde creado en 1858 para el Perú. Su entrada a Venezuela se efectuó por el puerto de La Guaira. El acto de develación tuvo lugar el 7 de noviembre de 1874. Otro detalle: en la Plaza de las Naciones Unidas, San Francisco, California, Estados Unidos, está instalada una tercera versión del molde original.
La ciudad de Caracas lo vio nacer, luchar contra el dominio colonial español, convertirse en máximo dirigente de los pueblos latinoamericanos y caribeños, albergó sus cenizas en el Panteón Nacional y ahora colocó allí, en pleno corazón de su conjunto urbano, la imagen que trascendió los siglos y en la actualidad se hace presente para continuar y completar la obra que quedó inconclusa.
Sucesos trascendentales para la Patria han ocurrido en la plaza y sus alrededores. El 19 de abril de 1810: la deposición del Capitán General Vicente Emparan y la instalación de la Junta Patriótica que abrirá los caminos de nuestra liberación. ¡Cuántas ofrendas se han colocado ante su pedestal! Ya se ha convertido en costumbre que el pueblo venezolano acuda a la Plaza Bolívar, que están sembradas en todo el territorio nacional, para expresar de manera libre sus alegrías y reclamos en tiempos de paz y de turbulencias, demostrando con esta actitud que lo percibe cercano, contemporáneo, compatriota, acompañando y animando la misma causa, que cada día cobra mayor vigencia.
Así lo han entendido también muchas personas procedentes de los más diversos países del mundo que han visitado Caracas desde aquellos años finales del siglo XIX hasta hoy. Un caso emblemático es el momento que vivió el multifacético intelectual y político revolucionario hijo de Cuba, José Martí (La Habana, 28 enero 1853 – Dos Ríos, 19 mayo 1895), al arribar a la ciudad capital el 21 de enero de 1881, testimonio que dejó escrito en su obra La Edad de Oro. En el primer párrafo del texto titulado “Los Tres Héroes”, Martí dejó escrito: “Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó donde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo.”
Por tales caminos se han ido sembrando las sementeras de la amistad entre peruanos y venezolanos. Es esta una de las mejores evidencias: la unión en torno a un hermoso ideal integracionista por el que bien vale la pena luchar.
Nuevo Chimbote, 19 diciembre 2025.

