Por: Iván Gómez León. iegomezleon@gmail.com
Perú-Venezuela
En el nombre de la bendita tierra peruana que nos ha dado cobijo y en el agradeciminento por todas las atenciones que hemos recibido de este pueblo hermano, nos hemos apoyado para lanzar al mundo nuestro sentido mensaje por la paz para Venezuela en el preciso momento en que nos preparamos para celebrar la Navidad y el anuncio de un nuevo año en el cual tenemos cifradas nuestras siempre optimistas esperanzas y anhelos.
Nos resulta inverosímil que esta grotesca situación esté teniendo lugar en las décadas iniciales del siglo XXI cuando los estudiosos y especialistas han informado acerca de los significativos avances alcanzados a nivel internacional en materia institucional y legal para hacer prevalecer el diálogo y el respeto como normas que deberán regir las relaciones entre gobiernos y países. Hacer lo contrario, significaría entonces, colocarse al margen de la legalidad al imponer la fuerza y, por encima de este sentimiento universal, la violencia y el caos, lo cual, además de repudiable, debería merecer las más severas sanciones morales de la humanidad.
El promotor de esta vergonzosa amenaza está plenamente identificado: se hace denominar la potencia más poderosa del mundo, pero sustentada en hombros de una élite política mediocre, ignorante e inepta, incapaz de administrar con criterios racionales sus fortalezas y bondades y de reconocer que está inmersa en un universo pluricultural y mega diverso, agregamos nosotros.
En nuestros archivos hemos localizado un texto extraído de la literatura de la región insular venezolana, la Isla de Margarita, que interpreta de manera extraordinaria nuestras angustias y demandas. Su autor: el distinguido poeta José Rosa Acosta. Por su profundo contenido y la brillantez de sus imágenes lo hemos transcrito para compartirlo con todos aquellos paisanos y hermanos que estén necesitando argumentos para sustentar las razones que justifican sus malestares y protestas:
PIDO LA PAZ
Enterrad los cañones
y un convivir de alas y de cantos
pueble la ruta que dejó la bala!
Arrinconad los barcos de la armada
y que sea el mar
solo un camino azul
de la hermandad humana!
Que el hombre endulce su canción de jarcias
con espumas de luz cada alborada!
Que la muerte no baje del lucero
escondida entre bombas y metrallas
limpia ha de estar la estrella en la distancia!
Que sea la nube inmensa mariposa
con vuelo alegre y con temblor de garza!
Terminad con los héroes de los frentes
queremos a los héroes de las fábricas!
Paz para la gaviota y la palmera
paz para el tripulante de la barca!
Paz para los cuadernos y los libros
donde una ronda de muchachos canta,
tomados jubilosos de las manos
sin enfrentar los credos, ni las patrias!
Paz para que en Europa,
en América, en África,
en Australia y en Asia,
todos los niños transiten sin temores
el camino que va
de la escuela a la casa!
Pido la paz!
la pide Venezuela
en la voz de esta alegre muchachada
que vive y sueña
con hacer del mundo
una inmensa morada
sin odios, sin distingos
de colores, ni de razas.
Mi sangre ofrezco
para querer al mundo
que sea de amor la única batalla,
a donde vayan las banderas todas
en asta de justicia y esperanza
y moren para siempre bajo el cielo
el verde olivo y la paloma blanca!
¡Paz para Venezuela! debe convertirse en la consigna de todos los pueblos que anhelan vivir y coexistir en un mundo donde impere la amistad, la solidaridad y en el entendimiento como recurso para resolver nuestras naturales diferencias y circunstanciales conflictos.
Nuevo Chimbote, Perú, 23 de diciembre 2025.

