Con profundo recogimiento recordamos la vida de la Dra. Ada María Ortiz Lucero, mujer chimbotana de firmes convicciones, vasta cultura y vocación inquebrantable por la educación y la justicia social. Nacida en Chimbote en 1934, fue hija de don Manuel Ortiz García y doña Manuela Lucero Carrasco, y la tercera de siete hermanos. Su infancia y juventud transcurrieron en la tradicional Casa Ortiz, ubicada en la quinta cuadra de la avenida José Pardo, espacio que marcó sus primeros años y su arraigo a la ciudad.
Realizó sus estudios escolares en el Colegio Nacional San Pedro y posteriormente cursó las carreras de Derecho y Pedagogía en la Universidad Nacional de Trujillo, formación que cimentó una vida dedicada al pensamiento crítico, la enseñanza y el compromiso social. A lo largo de su trayectoria profesional, se desempeñó como Directora de Indoamérica, fue profesora del colegio Santa María de Cervelló y miembro activo de la Casa de la Cultura, dejando una huella imborrable en generaciones de estudiantes y en el quehacer cultural de su entorno.
En 1962 contrajo matrimonio en Chimbote con el Dr. Lucio Zambrano Mejía, formando una familia unida por valores sólidos, la fe y el amor por el conocimiento. Mujer de carácter firme y nobles ideales, la Dra. Ortiz Lucero consagró su vida a la enseñanza y a la búsqueda de la justicia social, guiada por el lema que sintetizó su pensamiento: pan con libertad y cultura.
Desde joven cultivó una profunda pasión por la lectura de los grandes autores clásicos y premios Nobel, así como por la música clásica, expresiones que enriquecieron su espíritu y su visión humanista. Su fe fue un pilar fundamental en su vida y en la formación de sus hijos, manteniendo siempre una especial devoción a la Virgen de la Puerta.
Hoy, su partida deja un profundo vacío en su familia y en la comunidad chimbotana. Expresamos nuestras más sentidas condolencias a sus hijos Fernando, Mariella, Sergio y Hernán, así como a sus familiares, colegas y amigos, ante esta irreparable pérdida. Sus restos serán velados en la ciudad de Chimbote, informándose oportunamente el lugar.
Que la paz de Dios la acompañe por siempre y que para ella brille la luz perpetua. Su legado de fe, cultura y compromiso social permanecerá vivo en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de conocerla.