El futuro de Tortugas se encuentra hoy en un punto decisivo. La ejecución del Malecón Turístico, proyectado a través del Plan Copesco, no es solo una obra de infraestructura más, sino una oportunidad histórica para ordenar el espacio público, impulsar el turismo y sentar las bases de un desarrollo sostenible largamente esperado por su población. Sin embargo, decisiones recientes adoptadas desde la Municipalidad Distrital de Comandante Noel amenazan con poner en riesgo este proyecto estratégico.
En la actualidad, el proyecto se encuentra en una etapa clave: la elaboración del expediente técnico. Este proceso, como ocurre con cualquier inversión pública de envergadura, demanda tiempo, rigurosidad técnica y, sobre todo, condiciones adecuadas en el terreno. Uno de los requisitos fundamentales es que el área donde se ejecutará la obra esté libre y saneada, sin ocupaciones ni conflictos que puedan afectar su viabilidad. No se trata de un capricho burocrático, sino de una exigencia legal y técnica establecida en las normas de inversión pública.
Pese a ello, el alcalde de Comandante Noel ha ordenado el retorno de las ramadas al área que forma parte del proyecto. Esta decisión resulta, cuando menos, contradictoria y preocupante. Permitir nuevamente la ocupación del terreno mientras se elabora el expediente técnico envía una señal negativa a la entidad ejecutora y pone en entredicho la seriedad del compromiso institucional con el desarrollo de Tortugas.
Debe entenderse con claridad que Plan Copesco no está obligado a insistir en un proyecto donde existen trabas locales, conflictos o falta de voluntad política. Por el contrario, si al evaluar el contexto encuentra que no se cumplen las condiciones mínimas como la disponibilidad del terreno, puede desechar el proyecto y redirigir la inversión a otra localidad. De ocurrir esto, Tortugas perdería una oportunidad que difícilmente volverá a presentarse en el corto o mediano plazo.
El malecón turístico no solo embellecerá el litoral. Su impacto va mucho más allá. Permitirá ordenar el comercio, proteger la franja costera, mejorar la seguridad, atraer visitantes y generar empleo formal. Será un motor para la economía local y un punto de encuentro para residentes y turistas. En otras palabras, es una inversión que proyecta a Tortugas hacia el futuro.
Insistir en prácticas improvisadas, tolerar la informalidad y priorizar decisiones de corto plazo es condenar al balneario al estancamiento. Las ramadas pueden representar una actividad económica inmediata para algunos, pero sin orden ni planificación terminan afectando el entorno, ahuyentando al turismo y cerrando las puertas a inversiones mayores.
Las autoridades están llamadas a facilitar el desarrollo, no a bloquearlo. Gobernar implica pensar más allá de la coyuntura y anteponer el interés colectivo por encima de cualquier otro. En este caso, el interés común es claro: asegurar que el proyecto del Malecón Turístico de Tortugas se concrete.
Desde estas páginas hacemos un llamado firme a la reflexión. El terreno debe mantenerse libre y el proceso técnico debe continuar sin interferencias. El Malecón Turístico de Tortugas no es un favor, es una necesidad. Cuidar hoy este proyecto es apostar por el bienestar y el progreso de las futuras generaciones. No hacerlo sería una irresponsabilidad histórica.

