En opinión de especialistas:
Como bien lo han sostenido viejos lobos de mar, las olas que revientan a la orilla de la bahía de Chimbote, son dóciles lenguas de agua que acarician la arena. Ni siquiera en caso de producirse un fuerte sismo, como lo fue por ejemplo el terremoto de 1970, el oleaje marino podría representar un grave peligro para la zona ribereña. La bahía de Chimbote tiene el privilegio de estar protegida por los islotes Los Ferroles y la majestuosa isla Blanca, que constituyen una muralla natural, sólida e infranqueable.
Por tanto, cualquier construcción que se levante a orillas de la bahía, no tienen porque correr el más mínimo peligro de venirse abajo. Claro está, siempre y cuando se ejecute con materiales de buena calidad y siguiendo al pie de la letra los parámetros contenidos en el Reglamento Nacional de Construcciones.
Existen en el mundo obras costaneras que se han levantado desafiando el oleaje de mares abiertos y mucho más agitados. Para ejemplo, ahí tenemos los malecones de Veracruz y La Habana, solo por citar dos ejemplos. Enormes olas de hasta 4 metros de altura suelen pasar por encima de estos malecones, pero sin causar el más mínimo daño, ni personal ni material. La razón, es que son obras diseñadas y construidas a prueba del movimiento del mar. Otro ejemplo es el de Dubai, donde a diario se levantan modernas edificaciones de más de 30 pisos de altura, incluso en terrenos que le han sido ganados al mar.
Nada de eso sin embargo ocurre con la obra de la avenida Costanera, construida por la gestión del ex alcalde Roberto Briceño Franco y cuya terminación fue prometida para agosto del año pasado. Estando aún inconclusa, en enero del presente año la obra empezó a derrumbarse en forma inexorable, como si fuera, ni más ni menos, un castillo de arena.
Todas las opiniones que han circulado sobre el particular, coinciden en señalar que la falla radica en el diseño, así como en la pobre calidad del material utilizado y la pésima construcción de la obra. Conforme lo hemos dado a conocer en nuestra edición de ayer, esta opinión ha sido confirmada por el decano del Colegio de Ingenieros, Guillermo Gil Albarrán, y el especialista en dinámica de suelos, Ing. Jorge Morillo Trujillo.
En opinión de ambos especialistas, la construcción de la avenida Costanera, que ha demandado al Estado una inversión de 18.8 millones de soles, adolece de serias y, al parecer, insalvables deficiencias.
Con la voz autorizada que les asiste, señalan que la obra carece de cimentación y que la capa de concreto es superficial, con capacidad de resistencia cero. Eso quiere decir que, en caso de producirse un sismo de mediana intensidad, la avenida Costanera terminará por colapsar completamente.
Y para hacer más objetiva su afirmación, han sostenido que, debido a la pobreza del material, la estructura interior y exterior ha empezado a desplomarse, pero no precisamente por efectos del oleaje sino por gravedad, o sea por su propio peso. A ese paso, no tardará mucho tiempo en que la avenida Costanera termine convertida en una caja vacía, es decir en una calabaza.
Para hacer aún más ilustrativa esta opinión técnica, los representantes del Colegio de Ingenieros han comparado que, caminar por encima de la Costanera es como caminar sobre un pantano o un banco de arenas movedizas.
Es de esperar entonces el pronunciamiento de la nueva gestión municipal. La población necesita saber de buena fuente si la construcción de la obra va a continuar en semejantes condiciones o tendrá que ser demolida para empezar todo desde cero. La integridad de la población de Chimbote está por encima de cualquier otra consideración.