Por construir dique ilegal:
Producto de la desviación del cauce natural del río Santa, realizado exprofesamente para que la bocatoma de Chavimochic pueda captar y asegurar un mayor volumen de agua, gran parte del lecho original del río, por donde siempre corrió abundante agua, ahora ha quedado convertido en un irreconocible y agreste lecho de piedras.
Esta burda manipulación, de la que ha sido objeto el más importante recurso natural de la región Ancash, no solo constituye una agresiva e ilegal alteración del paisaje. También es el fiel testimonio de un aprovechamiento y deliberado favoritismo, que se ha consumado con premeditación, ventaja y alevosía.
Que sepamos, jamás ha existido de por medio un estudio científico y de impacto ambiental, que sirva de sustento para la construcción de un dique de concreto que desvíe sin ningún control las aguas del río Santa. Y si lo hubo, hasta hoy nadie sabe quién lo aprobó, ni quién autorizó su ejecución. ¿Estamos en un país donde cualquiera puede hacer lo que le dé la regalada gana?.
Tal pareciera que sí. Pues durante su reciente recorrido por el lugar donde se encuentra el dique, la ministra de Desarrollo Agrario y Riego, Nelly Paredes, no hizo ninguna alusión a esta ilegal construcción, como todo el mundo esperaba. Por el contrario, en clara referencia al proyecto Chavimochic, dijo que la prioridad del actual gobierno es destrabar y poner en ejecución los grandes proyectos de desarrollo. A buen entendedor, pocas palabras. Eso quiere decir que, dígase lo que se diga, el dique construido inconsultamente por el proyecto liberteño, va a mantenerse donde está y como está. Ni vuelta que darle.
Como para tratar de aquietar las aguas, la alta funcionaria ha dicho, aunque sin prestar mayor importancia, que en este momento está “en estudio” la aplicación de una sanción por esta ilegal construcción. Sin embargo, lo que no ha precisado es a qué persona o a qué organismo se va a “sancionar”. ¿Será al proyecto Chavimochic, por haber hecho las cosas a su libre albedrío? ¿Se incluirá en esta sanción a la Autoridad Nacional del Agua, que hasta hoy mantiene un silencio con olor a complicidad?.
Sea como fuere, lo cierto es que el anuncio de la “sanción” no menciona para nada la demolición del dique, ni tampoco el restablecimiento del principio universal de reparto equitativo de las aguas. Ante la remota posibilidad de concretarse, la sanción no sería ni siquiera un buen jalón de orejas sino, simple y llanamente, una tímida y candorosa amonestación; algo así como decirle a un villano empedernido “por favor, no vuelvas a portarte mal”.