Por: Fernando Zambrano
Analista Político
Recuerdo de niño, que una vez al mes llegaba a tocar la puerta de casa un señor de edad avanzada, al que llamábamos “El Librero”.
Era un señor que llevaba en su maletín, desde obras de la literatura universal, hasta colecciones de música clásica en vinil, en hermosos estuches de cartón que contenían alrededor de diez discos long play.
Mi madre, mujer culta obsesionada por el arte, la literatura y la música clásica, albergaba en casa grandes colecciones de libros y discos de vinil con música clásica. Cada noche, antes de que los cuatro hermanos fuéramos a dormir, mi madre encendía la radiola y colocaba alguno de los long play de música clásica.
Así, mis sueños de niño empezaban con Tchaikovsky, Mozart, Beethoven, Mendelssohn, Vivaldi, entre otros inmortales. Mientras que mi casa estaba abarrotada de colecciones de obras literarias, como los premios nobel de literatura, clásicos de arte, con fotografías fantásticas de las más imponentes esculturas y pinturas. Claro, además de grandes enciclopedias que nos eran útiles para el trabajo escolar, como Sopena, Barsa y otros. Las ilustraciones de Leonardo da Vinci, Sandro Botticelli, Miguel Ángel, Rembrandt, Goya, me impresionaban y me quedaba observándolas por horas.
¿Pero, a qué viene esta historia? Bueno a lo que señalé al principio, “El Librero”. Como les decía, llegaba una vez al mes y, luego de mostrar los últimos libros y discos de música clásica que cargaba en su vieja maleta de cuero, dejaba en casa algunos de ellos. Confieso que algunas de ellas me causaban temor infantil, como algunas pinturas de Rembrandt o Goya.
Luego se retiraba y al retornar el mes siguiente con nuevos productos, mi madre le pagaba la cuota mensual de las adquisiciones anteriores. Un sistema de crédito cultural que se perdió en el tiempo. No recuerdo en qué momento dejó de llegar “El Librero”, pero si a mi madre comentar que quizás había partido de este mundo. Nunca más volví a ver a un personaje similar.
Hoy en día sería necesario que las grandes librerías adopten un sistema similar al de “El Librero” del que les comento, pues coadyuvaría a la cultura familiar de todos en casa.
Señores de Librerias Crisol , Librería Ibero , Librería SBS , El Virrey, en sus manos puede estar hacer realidad este sueño.
No esperemos que las familias lleguen a buscar cultura, llevemos la cultura a los hogares.