Largas colas se formaron la semana pasada y esta semana en las oficinas de la empresa de saneamiento Sedachimbote ubicada en el centro cívico de Nuevo Chimbote, dependencia en donde se cancela los recibos de consumo y en donde se recepcionan las quejas diversas de los usuarios disconformes con el servicio prestado.
Muchos pensamos de primera intención que se trataba de usuarios que rechazan los cobros después de un pésimo mes de marzo en el que se restringió el suministro de agua por varios días y en el que se esperaba una sabia decisión de la empresa de exonerar un gran porcentaje del costo del servicio por esta vez y teniendo en cuenta la emergencia que se ha presentado a nivel de la provincia.
Inclusive, el alcalde de Nuevo Chimbote había exhortado públicamente a la empresa Sedachimbote a que deje de cobrar el recibo de este mes atendiendo a los serios problemas que había hecho frente la población, no solo porque se interrumpió el servicio por carios días y se mantuvo restringido por algunas semanas, sino porque la población se vio precisada a tener que comprar el líquido elemento a camiones cisternas porque la empresa no pudo cubrir el abastecimiento total a pesar que su Municipio colaboró en esta tarea.
Sin embargo, las enormes colas no estaban relacionadas a este tema, por el contrario, se trataba de indignados vecinos que recibo en mano estaban reclamando una sobrefacturación por parte de la empresa en un momento que todos esperaban noticias diferentes de parte de ella, señalando que lejos de ser compensados por un servicio deficiente por las razones por todos conocidas, lo que estaba haciendo la empresa es castigarlos de manera inclemente duplicando y hasta triplicando los montos que suele girarles.
Los medios de comunicación recogieron las impresiones de los afectados, la mayoría presentaba recibos en los que, ciertamente, su consumo se había incrementado de manera impresionante, como si hubiesen utilizado el agua en ingentes cantidades cuando eran conscientes que hubieron días en los que ni siquiera pudieron bañarse.
Entre todos estos casos, apareció un usuario que esgrimía un recibo que le hicieron llegar para pagar 1,830 nuevos soles, lo cual era un verdadero despropósito y no tiene lugar a justificación alguna, con el agravante que la empresa ya lo venía paseando un mes en las quejas que había presentado y no ordenaba un cobro menor.
A juzgar por la masiva presencia de los usuarios, no hay que ser un técnico en la materia y un entendido en esta actividad como para advertir que ha existido un grave error en el registro de los datos y la emisión de los recibos, presumiblemente por una falla en el sistema informático que utiliza la empresa para poder disponer el cobro del servicio a toda una población de miles de usuarios.
En el caso del abonado que tiene un recibo de mil ochocientos soles es irrevisable, es una situación de evidente yerro y no resiste al menor análisis, de allí que no se entiende cuando el usuario alega que lo vienen “paseando” de oficina en oficina y citándolo para otro día cuando la admisión de la queja debe admitirse de plano.
Lo mismo ocurre con otros usuarios que han visto quintuplicar los montos de sus recibos y quienes, luego de realizar extensas y descomunales colas que los obligan a perder varias horas de trabajo, solo les indican que deben esperar que lleguen los inspectores a realizar una verificación en sus cajas de registro y en las instalaciones interiores de sus viviendas.
Esto los usuarios lo asumen como una clara evidencia de rechazo antelado de su queja, pues están acostumbrados a que se realicen estas verificaciones que muchas veces son sorpresivas y corren a cargo solo del operario para que, finalmente, les digan que no han detectado ninguna irregularidad y que el exceso de consumo debe obedecer a una fuga interior de su predio, por lo que determinan que pague la cifra que aparece en el recibo.
Justamente, para salir al frente de la ola de reclamos, la empresa había advertido que los recibos que han llegado a los usuarios corresponden a la lectura de medidores del período comprendido entre el 14 de febrero y el 14 de marzo, es decir, el mismo día que se inició la emergencia en nuestra región y luego de lo cual vinieron los desastres y la interrupción del servicio, lo que quiere decir que la reducción del consumo llegará recién en el siguiente recibo, una explicación que trata de poner paños fríos a la situación.
Y es que frente a lo que viene aconteciendo con el suministro de agua ha generado la reacción de algunas autoridades especialmente del alcalde de Nuevo Chimbote Valentín Fernández Bazán que al conocer la queja de los usuarios ha demandado a las entidades de control y fiscalización de las entidades públicas, como la Contraloría General de la República, el INDECOPI y la SUNNASS que es el organismo superior a Sedachimbote, que tomen cartas en el asunto e intervengan la empresa a efectos de verificar lo que viene ocurriendo.
Seguramente que muchos pensarán que un alcalde asume esta posición solo para ganar un espacio electoral, sin embargo, no se puede soslayar que la actuación de Sedachimbote deja mucho que desear y quien cuestiona este proceder es uno de los integrantes de la Junta de Accionistas, aun cuando su participación sea minoritaria y que las nuevas modificaciones que se prevé a la ley de saneamiento lo estuviera dejando fuera de la empresa.
Asumimos que la administración de una empresa que cuenta con miles de usuarios y que encuentra problemas diversos todos los días, con rl agravante que tiene la condición de empresa que se nutre de recursos púbicos, es siempre complicada, sin embargo, cuando se presentan temas en donde las deficiencias en la facturación saltan a la vista no se pueden poner en plan de confrontación, como aquello de sostener que la facturación corresponde a los meses de temporada de calor en el que la población suele consumir más agua, pues si bien eso es cierto, tampoco se le puede achacar incrementos que triplican y hasta quintuplican los montos que usualmente se factura.
Esperemos que la gerencia de Sedachimbote entienda que hay escenarios en los que no se puede rechazar de buenas a primeras los reclamos y que, frente a una emergencia de salida como la que vivimos no se pueden admitir sobrecostos cuando todos reclaman rebajas, aquella es solo una necia posición que a la larga le puede resultar perjudicial porque generará una reacción popular negativa y contundente. Una queja masiva de facturación no puede ser producto solo de una mera coincidencia.