POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
“El futbol es la cosa más importante dentro de lo menos importante”, frase atribuida en mayoría a Jorge Valdano, exfutbolista y campeón del mundo con la selección argentina. Y razón no le faltó, sobre todo aquí cuando se trata de alentar a la bicolor. Sin embargo, luego de la desastrosa derrota del “equipo de todos” frente a la albiceleste en el Estadio Nacional por la cuarta fecha de las eliminatorias, y de tan solo haber sumado 1 punto (de 12 en disputa), las voces críticas -en especial al Director Técnico- no se hicieron esperar. Pedidos que van desde la renuncia hasta la destitución de Juan Máximo Reynoso.
En pleno cargamontón apareció en escena, “coincidentemente”, Ricardo Gareca, ex-estratega patrio, quién tuvo como pergamino el habernos llevado a la copa de Rusia 2018, después de una larga sequía de 36 años. Contratado por una conocida entidad bancaria, dictó conferencias en una universidad privada, aprovechando los periodistas el delicado momento futbolero para preguntarle sobre la blanquirroja. Aunque en un principio intentó esquivar a la prensa (bueno, hizo el ademán), a los minutos no tuvo empacho en cuestionar indirectamente a su sucesor, al punto que al día siguiente, Juan Carlos Oblitas salió presuroso a tildarlo de inoportuno.
Y para no entrar en la polémica, así como llegó, el popular “Tigre” se fue del país, aunque ya la espina estaba clavada. El hincha siente frustración, desesperación y hasta indignación, por el pésimo desempeño de los dirigidos por el “Cabezón”. Y es válido sentirlo, aunque también lo es recordar las razones de la dimisión (o mejor dicho, no renovación) de Gareca ante la Federación. Sabemos que en el partido único del repechaje a Qatar 2022, perdimos por la mínima diferencia ante Australia. A los pocos días nos enteramos del “avión parrandero” que transportó no solo a los jugadores, sino además a familiares, amigos, y hasta un chef personal. El hotel donde se hospedó la selección tampoco fue la excepción. Tuvo de todo menos concentración, entraban y salían diversas personas, sea para visitar a la plantilla, tomarse fotos, pedirles autógrafos, o conceder entrevistas. Fue la crónica de un fracaso anunciado. Y lejos de asumir responsabilidades, Ricardo exigió firmar nuevo contrato por igual suma (millonaria por cierto), y como la Directiva de Lozano le dijo NO se molestó y se largó. En suma, Gareca abandonó el Perú con mucha pena y una sola gloria cada vez más lejana.
Un añejo adagio reza “el pecado del resto no hace santo a los demás”. Y esto aplica claramente, pues tuvo la oportunidad, no una sino varias, de hacer cumplir el sueño nuestro, de llevarnos otra vez al mundial, pero eso sí dejando semillero, forjando cuadros (sub15, sub17, sub20, etc.), dándole la oportunidad a valores jóvenes. Lo primero lo hizo, a duras penas; mientras que lo segundo, de ninguna manera, aunque hoy el propio Gareca se enjuague la boca como un amplio conocedor y crítico del futbol peruano.